La relación entre Israel y España atraviesa uno de sus momentos más tensos en años, marcado por diferencias irreconciliables sobre el conflicto en Gaza y el papel de Europa. El presidente español, Pedro Sánchez, ha intensificado su crítica pública contra el gobierno de Benjamín Netanyahu, calificando la situación en Gaza como un «infierno a cielo abierto» y exigiendo en el Consejo Europeo la suspensión de los acuerdos con Israel. Esta postura ha provocado una reacción inmediata de Tel Aviv, que acusa a España de liderar una «cruzada antisraelí» y de ignorar los ataques de Hamás e Irán.
EI gobierno israelí ha respondido con dureza a las declaraciones de Sánchez, tachándolas de «moralmente indefendibles» y señalando que España se sitúa en «el lado equivocado de la historia». La embajada israelí ha subrayado que, mientras el país enfrentaba ataques con misiles iraníes, España optó por no condenarlos y, en cambio, presionó para sancionar a Israel. Sánchez, por su parte, ha rechazado estas acusaciones, recordando que España condenó los ataques de Hamás «desde el primer día» y que su crítica se centra en la desproporción israelí en Gaza, respaldada por informes de la UE sobre posibles violaciones de derechos humanos.
El Consejo Europeo ha mostrado una postura ambivalente. Por un lado, los 27 países han pedido un alto el fuego inmediato en Gaza y la liberación de rehenes, y han expresado preocupación por el bloqueo israelí y la crisis humanitaria. Por otro, evitaron adoptar medidas concretas contra Israel, limitándose a «tomar nota» de un informe que sugiere incumplimientos del Acuerdo de Asociación UE-Israel. Esta cautela refleja las divisiones internas: mientras España e Irlanda lideran el llamado a sanciones, países como Alemania y Hungría se oponen.
Pero Sánchez ha basado su estrategia en el marco jurídico internacional, citando resoluciones de la ONU, como la copatrocinada por España que exige un alto el fuego, y el informe de la UE que cuestiona el cumplimiento israelí de los derechos humanos. Israel, en cambio, insiste en su derecho a la defensa ante amenazas, como los ataques de Hamás e Irán. Este enfrentamiento jurídico-político subraya la brecha entre quienes priorizan la seguridad israelí y quienes exigen rendición de cuentas por las víctimas civiles en Palestina.
Sin embargo, en este contexto, la escalada retórica sugiere un deterioro difícil de revertir a corto plazo. Israel ha relegado a España a los «márgenes extremos» de Europa, mientras Sánchez anuncia que llevará medidas concretas al Consejo de Asuntos Exteriores de julio. La UE podría avanzar en sanciones a colonos extremistas, pero una ruptura total con Israel parece improbable, dada su dependencia estratégica y comercial. No obstante, el riesgo de un aislamiento diplomático de España en este tema es real, salvo que más socios europeos se sumen a su línea.
En este sentido, la tensión entre Israel y España evidencia un conflicto más amplio, que ahora se fija en la lucha por influir en la política europea hacia Oriente Medio. Mientras Sánchez apela a la moral y al multilateralismo, Netanyahu busca consolidar el apoyo occidental frente a Irán y Hamás, evidenciando a su vez que Gaza sigue siendo el epicentro de una batalla en campo dentro de las fronteras palestina y diplomática fuera de ellas.
27/06/2025
María Angélica Carvajal









