En un contexto africano cada vez más receptivo a la energía nuclear civil, Marruecos opta por una estrategia gradual y cautelosa. Lejos de precipitarse hacia una adopción masiva de esta tecnología, el Reino traza una hoja de ruta basada en la consolidación normativa, el fortalecimiento institucional y la búsqueda de soluciones adaptadas a sus desafíos estructurales. Su enfoque responde a tres ejes fundamentales: soberanía energética, resiliencia hídrica y descarbonización progresiva de la economía.
El respaldo de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que en 2024 certificó que todos los materiales nucleares presentes en Marruecos están dedicados exclusivamente a fines pacíficos, constituye un hito en la consolidación de su credibilidad internacional. Esta validación no solo refuerza la imagen del país como actor responsable en el ámbito nuclear, sino que también legitima la labor de la Agencia Marroquí de Seguridad Nuclear y Radiológica (AMSSNuR), encargada de supervisar el cumplimiento de los estándares internacionales en la materia.
Uno de los pilares de la apuesta marroquí es el interés estratégico por los pequeños reactores modulares (PRM), una tecnología emergente que ofrece ventajas en términos de escalabilidad, costos controlados y flexibilidad de integración, especialmente en zonas aisladas. La ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible, Leila Benali, reafirmó en septiembre de 2024 este interés en el marco del foro científico de la AIEA. Paralelamente, la startup Uranext estudia instalar una planta de producción de yellowcake en Marruecos, lo que podría sentar las bases de una cadena de valor nacional para el combustible nuclear.
Más allá de la generación eléctrica, el uso civil del átomo en Marruecos se plantea también como solución ante el estrés hídrico estructural. El país ha suscrito un protocolo de cooperación con el grupo ruso Rosatom, a través de la empresa marroquí Water and Energy Solutions, para desarrollar sistemas de desalación alimentados por energía nuclear. Esta iniciativa pretende combinar sostenibilidad hídrica y eficiencia energética, en línea con las exigencias del cambio climático y la seguridad del recurso agua.
No obstante, el desarrollo nuclear no se perfila como un sustituto inmediato de otras fuentes. Expertos en transición energética señalan que los PRM —con una capacidad estimada de 122 MW— resultan más adecuados para la demanda nacional que los reactores convencionales de 1.000 MW, cuyo despliegue sería desproporcionado en la coyuntura actual. Sin embargo, advierten que estas tecnologías están aún en fase experimental y que su viabilidad económica requiere un análisis más profundo. Para muchos, el verdadero motor de la transición energética marroquí sigue siendo el hidrógeno verde, situado en el centro de las estrategias a corto plazo.
Con este enfoque de cautela técnica y ambición estratégica, Marruecos sigue perfilándose como un actor racional en la escena energética africana. Su avance en la esfera nuclear civil se enmarca en una visión de largo plazo que privilegia el equilibrio entre innovación, sostenibilidad y autonomía, sin desatender las urgencias del presente.
26/06/2025









