Según un informe confidencial del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España, la amenaza terrorista en el Sahel atlántico está evolucionando hacia una situación extremadamente preocupante para la seguridad europea. La creciente implicación de combatientes radicalizados de origen saharaui, algunos con fuertes vínculos con España, ha disparado las alarmas en los servicios de inteligencia.
El documento fue revelado un día después del Día de las Fuerzas Armadas en las Islas Canarias, subrayando que, lejos de remitir, la crisis en el llamado “Triángulo del Sahel” —Mali, Burkina Faso y Níger— continúa agravándose en medio de conflictos entre grupos armados.
La presencia saharaui y los nuevos líderes terroristas
Uno de los elementos más inquietantes del informe es la constatación de que varios individuos originarios de los campamentos de Tinduf, en el sur de Argelia, han ascendido a posiciones de liderazgo dentro de organizaciones terroristas como Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), afiliada a Al-Qaeda, y la Provincia de África Occidental del llamado Estado Islámico (ISWAP).
Estos individuos no solo cuentan con formación ideológica radical, sino también con habilidades lingüísticas y culturales adquiridas en España gracias a programas humanitarios como “Vacaciones en Paz”, que durante años permitieron a niños saharauis pasar temporadas con familias españolas. Hoy, convertidos en adultos radicalizados, su dominio del castellano y conocimiento del entorno europeo representan una amenaza operativa directa.
Fuentes del CNI advierten que “un grupo de combatientes con profundos lazos con España ocupa ya posiciones clave en redes terroristas internacionales, lo que les otorga capacidad para actuar con discreción e incluso facilitar la movilización de nuevos elementos dentro del continente europeo”.
Escalada de violencia y estrategia de conquista territorial
La situación en terreno es crítica. Coincidiendo con la festividad musulmana del Eid al-Adha, el sur de Mali y el norte de Burkina Faso han sido escenario de una nueva ola de ataques. Solo en Mali, más de 400 soldados han muerto recientemente en enfrentamientos con grupos armados. La ofensiva está liderada por Iyad Ag Ghali, considerado ya como uno de los principales “señores de la guerra” del Sahel, al frente de una milicia de más de 6.000 hombres.
Su estrategia replica modelos vistos en Siria y Afganistán: tomar el control de zonas rurales para aislar y después rodear las capitales —Bamako, Uagadugú y Niamey— con el objetivo último de imponer una estructura de poder autoritaria de corte extremista.
Tinduf: un entorno propicio para la radicalización
El informe dedica especial atención a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, bajo el control del Frente Polisario y fuera de supervisión efectiva de la ONU. Con alrededor de 90.000 habitantes en condiciones de miseria, aislamiento y frustración, estos campamentos se han convertido en terreno fértil para la captación y radicalización de jóvenes sin perspectivas.
Desde Tinduf surgió Adnan Abu al-Walid al-Sahrawi, antiguo miembro del Polisario y líder del Estado Islámico en el Gran Sahel (ISGS), hasta su muerte en 2021. Otros grupos como Fath al-Andalus o Khilafa, desarticulados en España tras descubrirse planes de atentado en Madrid, también tenían conexiones con estos campamentos.
Inestabilidad regional y acusaciones contra Argelia
El informe también subraya el deterioro político en la región, donde los gobiernos militares han roto relaciones con Occidente, abriendo espacio a la expansión de redes terroristas. Argelia aparece señalada por sus vecinos como actor desestabilizador, acusado de facilitar la actividad de estos grupos a través de su relación con el Polisario.
La retirada del Grupo Wagner no ha frenado la influencia rusa. Moscú ha reemplazado a Wagner por el nuevo cuerpo paramilitar Africa Corps, manteniendo así su control sobre zonas estratégicas ricas en recursos como el oro maliense.
Una amenaza que se proyecta hacia Europa
El riesgo para Europa no se limita al ámbito migratorio, sino que tiene implicaciones directas en materia de seguridad. Aunque por el momento la infiltración de elementos terroristas entre los flujos migratorios es reducida, las autoridades advierten que si los líderes de estos grupos optan por modificar su estrategia, podrían aprovechar fácilmente las redes de tráfico de personas para introducir operativos en el continente.
La etnia fulani —predominante en regiones del Sahel— representa un alto porcentaje de los combatientes de JNIM (75%) e ISWAP (90%). Al mismo tiempo, los fulani están entre las principales víctimas de la represión militar, lo que ha generado nuevas olas de desplazamiento hacia Mauritania, especialmente al campo de MBerra, donde viven alrededor de 200.000 personas. Desde allí, muchos intentan llegar a las Islas Canarias a bordo de cayucos. En el último año, los ciudadanos malienses han encabezado el número de llegadas ilegales a ese archipiélago.
Terrorismo y Polisario: una conexión cada vez más documentada
De acuerdo con el Global Terrorism Index 2024, el Sahel concentra ya el 19% de los ataques terroristas mundiales y más del 50% de las muertes asociadas. El colapso de las relaciones entre los regímenes militares del Sahel y Occidente ha facilitado la expansión del extremismo, que ahora pone en la mira a países costeros como Senegal, Ghana y Costa de Marfil.
Diferentes informes internacionales han expuesto la vinculación entre el Frente Polisario y redes terroristas. En abril, la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) alertó sobre su papel en la penetración de Irán y Hezbolá en el norte de África. En mayo, The Washington Post reveló la detención de decenas de combatientes del Polisario en Siria, donde colaboraban con fuerzas pro-Assad. En junio, el Center for the National Interest, antiguo Nixon Center for Peace, denunció la utilización del Polisario por parte de Argelia para introducirse en el Sahel.
Una amenaza transnacional que requiere respuestas coordinadas
En este contexto, el informe español concluye que los servicios de inteligencia europeos deben redoblar su atención sobre las actividades del Frente Polisario y sus conexiones con redes terroristas. La cooperación con aliados regionales fiables, como Marruecos, que mantiene una activa presencia diplomática y de seguridad en el Sahel, será crucial para contener esta amenaza.
El Frente Polisario deja de ser así un actor exclusivamente regional para convertirse, según las fuentes de inteligencia, en una pieza clave dentro de un entramado desestabilizador que amenaza directamente a la estabilidad tanto africana como europea.
15/06/2025









