El ambicioso proyecto del Gasoducto Atlántico Africano, que conectará el vasto potencial energético de Nigeria con el Reino de Marruecos a lo largo de la costa atlántica del continente, está dejando de ser una simple infraestructura energética para consolidarse como pieza clave en una estrategia más amplia de integración y transformación regional en África.
Desde Abiyán, donde se celebran las Asambleas Anuales del Banco Africano de Desarrollo (BAD), la ministra marroquí de Economía y Finanzas, Nadia Fettah, subrayó la dimensión estructurante del proyecto que concreta la visión estratégica del Rey Mohammed VI, cuya orientación una África más conectada, unificada y capaz de movilizar sus recursos en beneficio compartido.
Más allá del suministro energético —que sigue siendo un desafío para muchos países del continente—, el gasoducto permitirá articular una red regional que favorezca el acceso a la energía en los países que atraviesa, y con ello una redistribución más equitativa del potencial natural africano. Este corredor energético podría convertirse en catalizador del desarrollo industrial y de la modernización de sectores clave como el transporte, la transformación de materias primas y la producción agrícola.
En paralelo, la ministra destacó la importancia de la Iniciativa Real para facilitar el acceso de los países del Sahel al océano Atlántico, una propuesta que rompe con la lógica del aislamiento estructural que ha marcado históricamente a los países sin litoral de la región. Conectarlos al litoral atlántico abre nuevas rutas comerciales y crea una plataforma de integración económica con acceso a los principales corredores marítimos internacionales.
Nadia Fettah también insistió en la necesidad de fomentar un mercado regional para productos transformados, lo cual pasa necesariamente por un impulso real a la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLECAf). Esta apuesta, según indicó, debe articularse con proyectos de alcance continental como el gasoducto, reforzando la visión de un desarrollo africano centrado en el codesarrollo y la soberanía económica compartida.
En suma, más que una obra de ingeniería energética, el Gasoducto Atlántico Africano se perfila como una palanca estratégica para reconfigurar la economía regional, favorecer la cohesión entre naciones y proyectar una África más autónoma y conectada con su propio destino.
29/05/2025









