En un mundo cada vez más interdependiente, donde los retos globales exigen respuestas colectivas, la diplomacia parlamentaria se consolida como un canal estratégico para impulsar la cooperación económica y comercial entre los países del Sur global. Así lo reafirmaron más de 120 representantes de distintos partidos políticos durante el Tercer Foro Internacional de Jóvenes Parlamentarios Socialistas y Socialdemócratas, donde se debatió el papel transformador que pueden jugar los parlamentos en la configuración de un nuevo orden de relaciones internacionales más justo, equitativo y horizontal.
Desde la experiencia marroquí, Hayat Laariche, miembro de la Cámara de Representantes, enfatizó que la diplomacia parlamentaria es una herramienta esencial para construir alianzas duraderas entre países del Sur. Subrayó que Marruecos ha adoptado un enfoque basado en el beneficio mutuo y la solidaridad, con ejemplos tangibles como los proyectos de energía renovable con países africanos, el gasoducto estratégico con Nigeria, así como colaboraciones en gestión hídrica, seguridad alimentaria y lucha contra el extremismo en el Sahel.
Para Laariche, esta forma de diplomacia va más allá de lo simbólico y constituye «un puente para reforzar la cooperación económica como plataforma de diálogo bilateral», afirmó, destacando el mismo foro como un escenario de convergencia entre 32 delegaciones parlamentarias de tres continentes.
Además, hizo un llamado a los jóvenes legisladores presentes para impulsar grupos de amistad y alianzas parlamentarias bilaterales y regionales, promoviendo espacios de diálogo con la sociedad civil para garantizar una participación más amplia en los órganos de cooperación internacional.
Desde América Latina, Kandya Gisella Obezo, exvicecanciller de Colombia, reforzó esta visión, argumentando que la diplomacia parlamentaria debe situar la cooperación Sur-Sur como una prioridad estratégica. Señaló el creciente interés de Colombia por estrechar vínculos con países de África, Asia y América del Sur, a través de la expansión de su red consular en naciones como Ghana, Senegal y Etiopía, así como de la profundización de lazos con Asia, particularmente Japón y China, en campos como la conectividad digital, la cooperación técnica y la innovación.
Obezo recordó que los parlamentos tienen una función clave en este proceso al poder aligerar las políticas exteriores estatales, conectar los objetivos nacionales con los locales, y garantizar la participación activa de las regiones en los procesos de internacionalización. «Tenemos el deber de dinamizar las políticas exteriores y hacer del Sur global una voz unida, con propuestas claras y soluciones compartidas», expresó. Asimismo, mencionó el liderazgo colombiano al presidir varios organismos regionales y ser sede futura de encuentros estratégicos, como el próximo diálogo entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC y la Unión Europea, con la transición energética justa como uno de sus enfoques.
Asimismo, delegados de Congo, México, República Dominicana y Uganda coincidieron en que la diplomacia parlamentaria permite una acción más directa y eficaz para enfrentar desafíos compartidos. A diferencia del poder ejecutivo, argumentaron, el poder legislativo representa de manera directa a todas las regiones de un país y, por tanto, puede actuar con mayor agilidad frente a las necesidades locales en los procesos de cooperación internacional.
Este tipo de diplomacia no solo facilita la ejecución de alianzas estratégicas para el desarrollo social, sino que democratiza la política exterior, integrando las diversas voces territoriales en la toma de decisiones globales. Su valor radica, precisamente, en su capacidad de conectar lo local con lo internacional, lo técnico con lo político y lo institucional con lo humano.
Lo debatido en el foro deja en claro que la diplomacia parlamentaria no debe verse como un actor secundario, sino como un engranaje central para la reconfiguración del Sur global como bloque activo, articulado y propositivo. Frente a desafíos compartidos como la desigualdad, el cambio climático, la inseguridad alimentaria o la desconexión digital, los parlamentos tienen el potencial de canalizar soluciones conjuntas a través de mecanismos de cooperación más democráticos y representativos.
Y más allá de las declaraciones, uno de los retos de esta tercera edición del foro es convertir estas visiones en redes institucionales permanentes, agendas comunes y una verdadera arquitectura de cooperación interparlamentaria Sur-Sur.
03/05/2025
María Angélica Carvajal









