En el marco de la tercera edición del Foro Internacional de Jóvenes Parlamentarios Socialistas y Socialdemócratas, celebrado en la ciudad marroquí de Marrakech, la paz se posicionó como eje transversal de los discursos y propuestas que marcaron la agenda del encuentro. Representantes de más de 30 países de África, América Latina, el Caribe y Europa coincidieron en la urgencia de construir una política global más humana, donde la cooperación internacional sustituya la confrontación y la lógica del poder hegemónico.
Desde la apertura del foro, el llamado fue claro: la polarización genera conflicto, y solo el respeto a la diversidad puede trazar el camino hacia la paz, tanto a nivel nacional como internacional. Los jóvenes parlamentarios presentes compartieron diagnósticos y propuestas que, aunque diversas en enfoque, convergen en un mismo objetivo: alejarse de la violencia y apostar por un desarrollo social equitativo cimentado en la empatía y la cooperación.
Gustavo Adolfo Pacheco, presidente del Parlamento Andino, ofreció una mirada regional destacando que, pese a los múltiples conflictos activos en el mundo, “en Latinoamérica no hay guerras”. Según señaló, esta ausencia de conflictos armados debería servir como base para fortalecer los lazos de la cooperación Sur-Sur. “Nuestras ideologías no pueden matar el razonamiento, debe haber unidad”, afirmó con firmeza. E instó a los jóvenes políticos progresistas a “ir por el camino del pragmatismo”, recordando que “la política es una combinación de ciencia y arte, pero predomina la ciencia”. En su visión, las ideas adquieren valor cuando se aplican, y por ello sostuvo que “debe ser la juventud la que tome el poder por una lucha democrática, firme y decidida”.
La voz colombiana también se hizo presente a través de Cristóbal Caicedo, presidente de la Comisión Legal Afro del Congreso de Colombia, quien fue contundente al afirmar que “la paz se logra con cooperación internacional”. Para Caicedo, el negocio de la guerra beneficia solo a quienes fabrican las armas, no a los pueblos que las padecen. Llamó a los parlamentarios a redirigir sus esfuerzos hacia la producción de alimentos y políticas de apoyo social en lugar de fomentar la industria armamentista. Además, hizo un llamado explícito a los países desarrollados, en particular a Estados Unidos, para que revisen su política arancelaria, al considerar que “complica que se logre la paz, agranda las diferencias y lleva a los pobres a más pobres, limitando el crecimiento de los países en subdesarrollo”.
El enfoque estructural también estuvo presente en las intervenciones. Waldemar Cerrón, vicepresidente del Parlamento del Perú, alertó sobre los límites de los modelos basados en el dominio y la desigualdad: “La hegemonía no nos permite crecer, está basada en la explotación, en la injusticia y en la desigualdad”, subrayó. En contraste, sostuvo que gobernar desde el desarrollo equitativo genera oportunidades y, por ende, estabilidad y paz.
La dimensión tecnológica no fue ajena al debate. Nikola Zirojevic, miembro del Parlamento de Montenegro, planteó la necesidad de que los Estados prioricen la inversión en ciberseguridad como una nueva herramienta de prevención de conflictos. Al mismo tiempo, apeló a la responsabilidad individual de los jóvenes ante los desafíos globales: “Debemos ser todos parte de la solución y no del problema”, afirmó, destacando el potencial transformador de las nuevas tecnologías cuando se ponen al servicio de la justicia social.
En este cruce de ideas y generaciones, se reafirmó una certeza compartida: la paz no es un estado natural, sino una construcción política y social que requiere trabajo sostenido, alianzas y empatía. Tal como lo sintetizó el colombiano Caicedo, “la paz no viene sola; hay que luchar por ella con solidaridad y no por vías tradicionales, sino en un nuevo sistema de igualdad”.
02/05/2025
María Angélica Carvajal









