Canadá ha optado por la continuidad, pero no sin una advertencia: el país no volverá a ser el socio complaciente de Estados Unidos. Con una victoria que consagra su entrada en la política electoral, el liberal Mark Carney –exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra– ha sellado el cuarto mandato consecutivo de su partido al frente del gobierno, en un contexto marcado por la hostilidad de Washington. Su mensaje fue claro y contundente: “Nunca debemos olvidar la traición estadounidense”.
En un discurso de carga simbólica y tono nacionalista, Carney reivindicó una nueva era para Canadá. En Ottawa, frente a una multitud de seguidores, prometió defender al país de los embates económicos y políticos de la administración Trump, cuyas amenazas arancelarias y declaraciones sobre una posible anexión de Canadá reconfiguraron el escenario electoral.
Trump, el factor inesperado
La campaña electoral canadiense fue alterada de forma abrupta por la reaparición de Donald Trump en el poder. Lo que parecía un camino despejado para el conservador Pierre Poilievre, con una ventaja de 20 puntos en los sondeos iniciales, terminó en un giro inesperado. La ofensiva comercial de Trump –que impuso aranceles a productos clave canadienses– y sus insinuaciones sobre integrar a Canadá como un estado más de la Unión Estadounidense avivaron un sentimiento nacionalista que favoreció al candidato liberal.
Carney capitalizó este contexto adverso. Lejos de mostrarse conciliador, posicionó a su país como un actor soberano dispuesto a redefinir su lugar en el mundo. “Trump quiere rompernos, pero eso no sucederá nunca jamás”, proclamó entre aplausos. A su juicio, la era de la integración progresiva con Estados Unidos ha terminado, y urge construir nuevas alianzas con Europa y Asia.
Una victoria con sabor amargo
Aunque los medios nacionales ya han proyectado su victoria, el resultado dista de ser contundente. Los liberales, si bien se imponen, no logran la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes y dependerán de acuerdos para gobernar. Según las proyecciones, obtendrían 167 escaños, apenas uno más que en la legislatura anterior y lejos de los 172 necesarios para el control total.
Los conservadores, por su parte, se fortalecen con 145 escaños –un avance notable frente a los 119 anteriores– y prometen una oposición firme. Poilievre, tras reconocer su derrota, anunció que exigirá rendición de cuentas al nuevo gobierno.
El Bloque Quebequés y el NPD han sido los grandes perdedores de la jornada: el primero pasa de 33 a 23 escaños, y el segundo se desploma de 25 a 7, forzando la dimisión de su líder Jagmeet Singh.
Fin de una era Trudeau, inicio del desafío Carney
Con más de 28 millones de ciudadanos convocados a las urnas, esta elección marca el fin del ciclo Trudeau y el inicio del liderazgo de Carney, quien se enfrenta ahora a un escenario político fragmentado y una ciudadanía polarizada. Tras casi una década de gobiernos liberales, muchos esperaban un cambio de rumbo, pero la amenaza externa reactivó el instinto de unidad.
Carney se presenta como un líder técnico y estratégico en un tiempo de turbulencias geopolíticas. Su reto será gobernar en minoría y mantener a flote la estabilidad del país mientras redefine la relación con Estados Unidos.
En su intervención final, tendió la mano a todos los partidos y a la sociedad civil, prometiendo un gobierno abierto y participativo. Sin embargo, su frase más repetida sigue resonando como advertencia y promesa: “Nunca olvidaremos la traición”.
29/04/2025









