En una sala luminosa del Instituto Cervantes de Rabat, las palabras de Miguel de Cervantes volvieron a cabalgar por la imaginación colectiva de diplomáticos, escritores y amantes del idioma español. Con motivo del Día del Libro, celebrado cada 23 de abril, la sede cultural reunió a representantes diplomáticos de países hispanoamericanos en un acto tan simbólico como universal: la lectura compartida de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
La obra, considerada la primera novela moderna y también la primera novela polifónica de la historia, fue leída en árabe y en español, haciendo vibrar los muros con una sinfonía de acentos que recordaron la riqueza del español como lengua global. Embajadores y cónsules de distintas latitudes prestaron sus voces a los personajes cervantinos, demostrando cómo un idioma puede convertirse en un puente entre más de 500 millones de personas en el mundo, según datos de la Real Academia Española.
Don Quijote, con sus caballerías imposibles y su lucidez disfrazada de locura, volvió a ser espejo del alma humana. La novela, repleta de sátiras literarias y políticas, de juegos intertextuales y homenajes a las novelas de caballería, se convirtió una vez más en terreno fértil para el diálogo intercultural. La lectura colectiva reafirmó la vigencia de los clásicos y la capacidad de la literatura para cruzar fronteras invisibles.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada fue el homenaje rendido al escritor peruano Mario Vargas Llosa, recientemente fallecido. La encargada del tributo fue la académica y ex embajadora de Marruecos en Perú, Oumama Aouad, doctora en Letras Hispánicas, quien evocó la figura del Nobel como símbolo del mestizaje literario y del pensamiento libre. “América Latina ha sido el laboratorio del mundo en cuanto a literatura y cultura”, expresó Aouad, quien destacó la capacidad de Vargas Llosa para vincular a los pueblos latinoamericanos con Europa, incluso en su última voluntad: que sus cenizas fueran esparcidas en ambos continentes. A la vez que recordó como Llosa exaltaba la lengua española al decir que «gracias a la hispanidad podemos entendernos». Y concluyó con una frase que pareció encapsular el espíritu del encuentro: “La buena literatura persiste y resiste, a pesar del tiempo”.
Así, en Rabat, entre versos leídos en voz alta y recuerdos de grandes escritores, la literatura volvió a cumplir su más noble función: tender puentes, abrir caminos y recordarnos que, como dijo Cervantes, “la pluma es la lengua del alma”.
24/04/2025









