En un movimiento estratégico que refleja su ambición de reconfigurar el orden financiero global, China ha presentado un plan de acción integral para impulsar el uso internacional de su moneda, el yuan, y su sistema de pagos alternativo al SWIFT. Esta iniciativa, revelada recientemente por el gobierno municipal de Shanghái en coordinación con el Banco Popular de China y otros reguladores financieros nacionales, apunta a consolidar a Shanghái como epicentro financiero global y plataforma clave para promover la desdolarización en las relaciones comerciales, especialmente con los países del Sur Global.
Un desafío al dominio del dólar
La internacionalización del yuan no es nueva, pero este nuevo plan refleja un cambio de ritmo. Más allá de promover su moneda en el comercio internacional, China está desplegando una infraestructura financiera que pretende rivalizar con los pilares del sistema financiero dominado por Occidente. La mejora del Cross-Border Interbank Payment System (CIPS), diseñado como alternativa china al sistema SWIFT —controlado mayoritariamente por potencias occidentales—, es uno de los ejes centrales del plan. Con una expansión de su cobertura internacional, CIPS se posiciona como una herramienta clave para reducir la dependencia del dólar en las transacciones internacionales.
La Franja y la Ruta como palanca monetaria
La iniciativa también está íntimamente ligada a la estrategia geoeconómica de la Nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative, BRI). El nuevo plan incentiva a las empresas estatales chinas involucradas en grandes proyectos de infraestructura y cooperación internacional a utilizar el yuan como moneda de referencia para pagos y contratos. Esto no solo facilita las transacciones, sino que también sirve para consolidar zonas monetarias de influencia china en África, Asia Central y América Latina.
Asimismo, se contemplan “servicios a medida” para sectores clave como el comercio electrónico vinculado a la Ruta de la Seda digital, el transporte marítimo de alta gama, las exportaciones de equipos industriales y los servicios dirigidos a trabajadores chinos en el extranjero.
Una respuesta estratégica a las tensiones con EE.UU.
El momento de este anuncio no es casual. En medio de una prolongada guerra comercial con Estados Unidos, y con aranceles mutuos que superan el 120% sobre numerosos productos, China busca formas de mitigar los riesgos financieros derivados de su exposición al dólar. El temor al llamado “desacoplamiento” económico entre las dos mayores economías del mundo ha acelerado los esfuerzos de Pekín por crear una red financiera paralela, menos vulnerable a sanciones y bloqueos occidentales.
Este contexto también ha reavivado el debate sobre el papel del yuan en las reservas internacionales. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el yuan representa actualmente solo el 2,18% de las reservas mundiales, en contraste con el 57,8% que ocupa el dólar estadounidense. Aunque la brecha sigue siendo abismal, el impulso actual puede marcar un punto de inflexión si China logra consolidar alianzas comerciales con pagos en su propia moneda.
Una carrera de largo aliento
A pesar del entusiasmo oficial, la internacionalización del yuan enfrenta varios obstáculos: la falta de convertibilidad plena de la moneda, los controles de capital aún vigentes y la confianza limitada de los mercados en la transparencia financiera del país. Sin embargo, la estrategia de Pekín no parece orientada al corto plazo, sino a construir gradualmente un ecosistema financiero resiliente, que le permita jugar un papel más influyente en la arquitectura económica global.
En este sentido, el plan no es solo una política económica, sino una declaración geopolítica: China quiere ser algo más que la “fábrica del mundo”; quiere ser también uno de sus banqueros.
Abdelhalim ELAMRAOUI
23/04/2025









