El mundo se despide de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, quien falleció este lunes a la edad de 88 años. Su muerte, anunciada por el Vaticano tras una prolongada hospitalización por una bronquitis, marca el fin de un pontificado histórico que transformó la imagen de la Iglesia Católica y generó tanto admiración como fuertes críticas.
Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1936, Bergoglio provenía de una familia humilde de inmigrantes italianos. Su infancia en el barrio de Flores, marcada por la experiencia de la pobreza, la dictadura y el auge de sectas evangélicas, moldeó profundamente su visión del mundo y su posterior compromiso social. Inicialmente inclinado hacia la química, finalmente abrazó la vocación religiosa, ordenándose sacerdote en 1969. Su ascenso dentro de la Compañía de Jesús fue meteórico, culminando con su nombramiento como arzobispo de Buenos Aires en 1998.
Su elección como Papa en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, representó un hito sin precedentes. Como primer Papa no europeo en siglos, y el primero jesuita en ocupar el cargo, Francisco encarnó un cambio de paradigma. Su elección del nombre «Francisco», en honor a San Francisco de Asís, reflejó su compromiso con una «Iglesia pobre para los pobres,» un lema que guio sus acciones durante su pontificado.
El papado de Francisco se caracterizó por una serie de gestos audaces y reformas significativas. Su viaje a Lampedusa en 2013 para denunciar la tragedia de los migrantes, y su memorable frase «Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna,» resonó en todo el mundo, denunciando la «globalización de la indiferencia.» Además, impulsó importantes cambios dentro de la Curia Romana, asumiendo una firme postura contra los abusos sexuales en la Iglesia y mostrando una actitud de apertura hacia la comunidad LGTBIQ+, inmortalizada en su famosa frase: «¿Quién soy yo para juzgar?».
Sin embargo, su papado no estuvo exento de controversias. Sus posturas progresistas, especialmente en temas como el divorcio y la homosexualidad, generaron fuertes reacciones dentro de sectores conservadores de la Iglesia, incluyendo una abierta oposición de algunos obispos africanos a su decisión de autorizar la bendición de parejas homosexuales. Su relación con Francia también fue ambivalente, marcada por su ausencia notable en la reapertura de Notre Dame y por unas relaciones consideradas distantes con el presidente Emmanuel Macron.
A lo largo de su vida, Francisco enfrentó diversos problemas de salud, incluyendo una cirugía de colon en 2021 y la necesidad de utilizar silla de ruedas a partir de 2022 debido a fuertes dolores en la rodilla. Su salud, incluso desde una temprana edad, se vio afectada por una cirugía pulmonar en 1957. En el décimo aniversario de su pontificado, al ser preguntado sobre sus deseos, respondió con humildad: «Que el Señor sea clemente conmigo. Ser Papa no es un trabajo fácil. No se puede estudiar para este trabajo.»
La muerte de Francisco deja un profundo vacío en la Iglesia Católica y en el mundo. Su legado, sin duda complejo y multifacético, será analizado y debatido durante décadas. Su influencia en la teología, la política y la sociedad global es innegable, dejando un sello imborrable en la historia del siglo XXI.
21/04/2025









