En un contexto de creciente reconfiguración geopolítica en el norte de África y el Sahel, el expediente del Sáhara entra en una etapa decisiva. Mientras el enviado personal del Secretario General de la ONU, Staffan de Mistura, intensifica sus contactos regionales, el debate ya no gira únicamente en torno al conflicto en sí, sino que se inserta en una lógica de competencia estratégica global. Así lo plantean expertos como Moussa El Malki y Khalid Chiat, cuyas declaraciones, dadas al diario Marruecom, arrojan luz sobre las dinámicas actuales y los escenarios posibles.
Una Argelia aislada, un Sahel reconfigurado
Moussa El Malki, profesor de geografía política en la Universidad Mohammed V de Rabat, contextualiza el momento actual a partir del papel menguante de Argelia en la región. En su análisis, el régimen argelino ha apostado por una política exterior basada casi exclusivamente en el poder duro y la confrontación, careciendo de instrumentos diplomáticos, económicos o culturales para construir alianzas duraderas.
«La estrategia argelina se basa en la acumulación y exhibición de poder duro, recurriendo a la escalada como mecanismo de presión sobre los vecinos», señala El Malki. A su vez, subraya que Argelia ha fracasado en interpretar el nuevo contexto geopolítico del Sahel, caracterizado por el ascenso de nuevas élites en países como Malí, Níger y Burkina Faso, que «buscan estabilidad, combatir el separatismo y entrar en alianzas útiles para sus propios intereses».
En este vacío, Marruecos ha articulado una propuesta concreta: la Iniciativa Atlántica. Este proyecto busca ofrecer a los países sin litoral del Sahel acceso al Atlántico a través de infraestructuras marroquíes, particularmente el puerto de Dajla Atlántico, integrando así desarrollo, seguridad y diplomacia económica.
La autonomía: punto de inflexión en la estrategia occidental
Para Khalid Chiat, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Mohamed I de Oujda, el expediente del Sáhara se ha insertado de lleno en la lógica de competencia global entre bloques. En su diagnóstico, “Lo que se puede constatar hoy, en cuanto a la visión estratégica, es que existe una convicción estadounidense de convertir la región del Magreb, o al menos el área que se extiende desde Libia hasta Marruecos —pasando por los países del Sahel y el Sahara— en una zona de influencia directa de Estados Unidos.
“Esta estrategia choca actualmente con las visiones y concepciones estratégicas de Argelia, que está más alineada con Rusia y China”. Eso revela según él, una urgencia por parte de Estados Unidos de reforzar su influencia en esta región, o al menos de neutralizar las amenazas que se presentan allí, cualquiera que sea su forma.
En la misma linea, Chiat subraya que para Washington, la cuestión del Sáhara está resuelta: “Ya no se discute el fondo del conflicto. La propuesta de autonomía es considerada como la solución definitiva. El foco ahora está en cómo manejar la relación con Argelia en función de sus alianzas estratégicas con Moscú y Teherán”.
Este posicionamiento no es aislado. Estados Unidos mantiene su respaldo al plan de autonomía marroquí como única vía seria y realista. Francia se ha alineado con esta visión, al igual que más de 90 países que apoyan de forma explícita o implícita el plan. Incluso el Consejo de Seguridad ha reflejado este giro, evitando ya menciones al referéndum como solución viable.
El riesgo de una escalada con implicaciones mayores
Sin embargo, la presión diplomática no es el único factor en juego. Según Moussa El Malki, la implicación de Argelia en redes de inestabilidad en el Sahel —incluida su acogida a actores separatistas y su supuesta permisividad con vínculos del Polisario con grupos armados— ha generado una fuerte reacción en la región.
“La reciente escalada entre Argel y los países del Sahel tras el derribo de un dron maliense ilustra cómo Argelia, lejos de combatir el extremismo, aparece como protectora indirecta de esos actores”, advierte El Malki. El resultado ha sido un aislamiento regional sin precedentes para Argel, acompañado de un creciente descontento popular en los países vecinos.
A esto se suma la amenaza creciente de la implicación iraní. Medios como The Washington Post han revelado que elementos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica han entrenado a miembros del Polisario en territorio argelino. La posibilidad de que EE.UU. incluya al Polisario en su lista de organizaciones terroristas ilustra la gravedad del giro que ha tomado el expediente Sáhara.
¿Mistura ante una decisión histórica?
En este escenario complejo, Staffan de Mistura se enfrenta a una disyuntiva estructural. Para Chiat, aunque es posible que el informe del enviado reconozca la autonomía como solución definitiva, el Consejo de Seguridad aún podría mantener una postura conservadora en 2025. Sin embargo, esto no evitará una confrontación con la estrategia argelina, ni con las potencias que la respaldan.
El analista subraya la importancia de evaluar el impacto de la presión ejercida por Estados Unidos, Francia y sus aliados europeos sobre Argelia, y hasta qué punto este país podría convertirse en objeto de entendimiento entre Washington y Moscú. De hecho, “averiguar si los responsables argelinos, tanto en el poder político como en el aparato militar, sabrán interpretarlos y flexibilizar su postura al menos de forma temporal, entrando en negociaciones directas sobre la base de la autonomía».
“La clave será si el régimen argelino sabrá interpretar correctamente estas señales y flexibilizar su postura y de no hacerlo, podría verse arrastrado a un callejón sin salida con consecuencias impredecibles», afirma Chiat.
Mientras tanto, Marruecos consolida su estrategia de seguridad regional con una propuesta de desarrollo conjunto y respeto a la soberanía, que ha ganado credibilidad ante los socios internacionales.
Un conflicto local, una repercusión global
El expediente del Sáhara ya no es un asunto meramente regional. Se ha convertido en una pieza del tablero geoestratégico entre Occidente, Rusia, China e Irán. En este nuevo marco, la solución no puede seguir aplazándose ni reduciéndose a fórmulas anacrónicas.
La autonomía bajo soberanía marroquí se presenta hoy no solo como una salida viable, sino como una necesidad para la estabilidad regional, la integración continental y la prevención del extremismo. Lo han entendido Washington, París y buena parte del sur global. Queda por ver si el Consejo de Seguridad y Staffan de Mistura estarán a la altura de este momento histórico.
Abdelhalim ELAMRAOUI
14/04/2025









