Mientras el mundo empresarial asiste con tensión a la escalada arancelaria promovida por la administración Trump, un país fuera del radar mediático aparece en el horizonte como uno de los grandes favorecidos de este reajuste global: Marruecos. La aparente tempestad comercial que golpea con fuerza a Europa, Asia y gran parte de África, ha dejado al reino alauita en una posición ventajosa, resguardado por un arancel del 10% impuesto por Estados Unidos, el más bajo dentro del nuevo esquema tarifario.
La diferencia es sustancial: frente al 20% que enfrentan las exportaciones europeas, o el 28-30% que recae sobre países vecinos como Túnez o Argelia, Marruecos se convierte en un «refugio arancelario» dentro de un entorno cada vez más proteccionista. No se trata solo de una diferencia numérica; se trata de un mensaje geoeconómico claro: EE. UU. sigue considerando a Marruecos un socio con potencial estratégico en el norte de África.
Diplomacia económica: el arma silenciosa de Rabat
Esta concesión arancelaria no es fruto del azar. La sólida relación diplomática entre Rabat y Washington ha sido forjada durante décadas. Marruecos no solo fue el primer país en reconocer la independencia estadounidense en 1777, sino que también ha desempeñado un papel constante como socio fiable en materia de seguridad y cooperación internacional. El Tratado de Paz y Amistad de 1786, aún en vigor, ha servido como base jurídica y simbólica de una alianza que ha sobrevivido a los vaivenes de la política exterior estadounidense.
El gesto de Trump al reconocer en 2020 la soberanía marroquí sobre el Sáhara reforzó aún más este vínculo. Aunque la administración Biden ha evitado un pronunciamiento rotundo, no ha revertido la medida, consolidando así la posición de Marruecos como un aliado estructural, y no coyuntural, para la política exterior de EE. UU. en África y el mundo árabe.
Una ventana comercial que reordena el tablero industrial
En el nuevo contexto arancelario, Marruecos aparece como una plataforma ideal para relocalizar actividades industriales que antes estaban instaladas en Europa, China o el sudeste asiático. Las empresas que buscan mantener acceso fluido al mercado estadounidense sin asumir el costo de los nuevos aranceles están reevaluando sus cadenas de suministro, y Marruecos ofrece una propuesta difícil de ignorar: costes laborales competitivos, un entorno político estable, incentivos fiscales y ahora, una puerta arancelaria privilegiada a la primera economía del mundo.
Firmas legales especializadas en comercio internacional ya reportan un aumento notable en las consultas sobre cómo reestructurar operaciones en el norte de África. Como advierte Paul Amberg, socio en Baker McKenzie, «la presión para mover producción a países menos penalizados por EE. UU. es real y creciente». No se trata de especulación, sino de una tendencia incipiente que podría redefinir el papel de Marruecos en las cadenas globales de valor.
Aceite, agroindustria y la batalla por el lineal estadounidense
Una de las industrias que podría sentir los efectos más directos de esta reconfiguración es la del aceite de oliva. Aunque Marruecos no tiene aún la capacidad de competir en volumen con España —líder mundial—, su presencia en el mercado estadounidense ha ido creciendo con paso firme. Hoy, EE. UU. ya es su segundo mayor comprador.
Si la producción marroquí logra recuperarse y los aranceles a Europa se mantienen, es probable que una parte del aceite español sea reemplazado en los supermercados norteamericanos por aceite marroquí, más barato y con condiciones de acceso más favorables. Esta posibilidad ha generado ya fricciones en los medios españoles, donde se empieza a hablar de “competencia desleal” o “dumping arancelario”. En Marruecos, en cambio, se denuncia un tono alarmista desde el periodismo europeo.
Nearshoring y capital humano: los nuevos motores de atracción
Más allá de los incentivos comerciales, Marruecos está cosechando los frutos de una estrategia silenciosa pero ambiciosa: construir una base de talento joven, multilingüe y adaptado a los estándares internacionales. En sectores como ingeniería, tecnologías de la información, software o telecomunicaciones, el país ya figura como una alternativa viable frente a centros tradicionales de producción.
Además, su ubicación geográfica —a pocas horas de vuelo de las principales capitales europeas— le otorga una ventaja logística clave en un contexto donde la eficiencia operativa y la proximidad cobran un nuevo valor estratégico. Este fenómeno, conocido como «nearshoring», gana fuerza en tiempos de incertidumbre, y Marruecos está bien posicionado para capitalizarlo.
Hacia una plataforma industrial y tecnológica del Mediterráneo
El país no se conforma con ser solo una sede de montaje. La inversión en hubs tecnológicos, parques industriales, zonas francas y digitalización de servicios ha transformado su tejido productivo. Marruecos quiere ser el taller del Mediterráneo, sí, pero también su laboratorio.
La visión del país es clara: atraer industrias no solo por su bajo coste, sino por su capacidad de adaptación tecnológica, por su apertura a la innovación y por su integración fluida en flujos comerciales globales. La estabilidad política, clave para atraer capital a largo plazo, es otro de sus grandes activos frente a otros países de la región.
Un reposicionamiento silencioso pero potente
Marruecos está ante una coyuntura histórica. La guerra comercial impulsada por EE. UU. puede, paradójicamente, acelerar un proceso que el reino ya había iniciado: convertirse en un actor clave del comercio global. Si los aranceles persisten, si las empresas siguen buscando destinos estables y eficientes cerca de Europa y América, Marruecos puede dejar de ser una promesa para convertirse en una realidad consolidada.
No será inmediato ni exento de desafíos. Pero las bases están puestas: alianzas diplomáticas sólidas, una visión industrial clara, un entorno favorable a la inversión, y ahora, una ventaja arancelaria que puede inclinar la balanza. En el juego global del comercio, Marruecos ha logrado colocarse en una posición ganadora sin levantar la voz.
10/04/2025









