La creciente fricción entre Mali y Argelia ha encendido las alarmas en la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). La organización, que agrupa a 12 países de la región, observa con inquietud el rápido deterioro de las relaciones entre ambos países, instando al diálogo y a la resolución pacífica del conflicto a través de los mecanismos regionales existentes.
El detonante de esta nueva crisis fue la acusación, lanzada por Bamako el 1 de abril, de que un dron de su ejército había sido derribado por Argelia dentro del territorio maliense. Argel ha negado categóricamente estas acusaciones, pero la chispa ya había prendido. En una escalada de medidas recíprocas, ambos países, junto con Níger y Burkina Faso (aliados de Mali en este conflicto), han retirado a sus respectivos embajadores y cerrado sus espacios aéreos mutuamente.
La decisión de Mali de retirarse del Comité de Estado Mayor Conjunto (CEMOC), una alianza militar antiterrorista con sede en Argelia, y su anuncio de presentar una queja ante instancias internacionales por «actos de agresión», añaden leña al fuego. Este gesto, cargado de simbolismo, evidencia la profunda desconfianza que se ha instalado entre ambos países.
Las manifestaciones en Bamako frente a la embajada argelina, donde se coreaban consignas contra «las actuaciones de Argelia», son un reflejo del clima de hostilidad que se respira en la región. No se trata, sin embargo, de un hecho aislado. La relación bilateral se ha visto marcada por la tensión en los últimos años, con un precedente de retirada de embajadores en diciembre de 2023.
En el trasfondo de esta crisis subyacen acusaciones por parte de Mali de una supuesta «proximidad» de Argelia con grupos terroristas, especialmente en la zona fronteriza, donde el ejército maliense y sus aliados rusos sufrieron importantes bajas el año pasado. A esto se suma la decisión de la junta militar maliense, en enero de 2024, de abandonar el acuerdo de paz de Argel de 2015, considerado clave para la estabilidad del país.
La situación actual se enmarca en un contexto de creciente inestabilidad en Mali, azotado desde 2012 por la violencia de grupos terroristas y bandas criminales. El golpe de Estado de 2020, el posterior distanciamiento de Francia y la Unión Europea, y el acercamiento a Rusia, han reconfigurado el tablero geopolítico de la región, agregando una capa adicional de complejidad a un escenario ya de por sí convulso. La CEDEAO, consciente de la fragilidad de la región, apuesta por el diálogo y la distensión como única vía para evitar una escalada mayor del conflicto, cuyas consecuencias podrían ser devastadoras.
10/04/2025









