El anuncio del cierre del espacio aéreo maliense a todos los aviones civiles y militares procedentes o con destino a Argelia marca un nuevo capítulo en la creciente tensión entre ambos países. Este movimiento, presentado como una medida de «reciprocidad» por el Ministro de Transporte e Infraestructuras de Mali, llega en respuesta a la decisión argelina de cerrar su propio espacio aéreo al país africano. Sin embargo, el trasfondo de esta crisis diplomática es mucho más complejo y revela fracturas profundas en la región del Sahel.
El drone: la chispa del conflicto
Según el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Mali, la gota que colmó el vaso fue la destrucción de un drone de las Fuerzas Armadas malienses por parte de Argelia en la noche del 31 de marzo al 1 de abril. Mali califica este acto como una «agresión» y una violación de su soberanía, argumentando que el drone se encontraba en misión de vigilancia dentro de su propio espacio aéreo.
El ministro Abdoulaye Diop expresó su indignación ante lo que considera una traición por parte de un país al que Mali históricamente ha visto como un «hermano», recordando el apoyo maliense durante la lucha por la independencia argelina. En lugar de solidaridad, Mali acusa a Argelia de optar por la «vía de la beligerancia».
Acusaciones de apoyo al terrorismo
El tono del comunicado es especialmente duro al vincular a Argelia con grupos terroristas. Mali sostiene que la destrucción del drone no fue un acto aislado, sino parte de un patrón de colaboración entre el gobierno argelino y organizaciones terroristas que operan en el Sahel. Según las autoridades malienses, Argelia proporcionaría «asilo, protección y apoyo» a estos grupos, lo que socava los esfuerzos de los países de la Confederación AES (que incluye a Mali, Burkina Faso y Níger) en su lucha contra el terrorismo.
Esta acusación no es nueva, pero el incidente del drone le ha dado un peso adicional. Para Mali, la acción argelina no solo obstaculizó una misión antiterrorista, sino que también demostró una voluntad de desestabilizar la región en un momento crítico.
Implicaciones regionales
El cierre del espacio aéreo es una medida simbólica pero contundente, que refleja la gravedad con la que Mali percibe la situación. Más allá de la reciprocidad, esta decisión envía un mensaje claro a la comunidad internacional: Mali no tolerará lo que considera actos hostiles y está dispuesto a tomar medidas drásticas para proteger su seguridad.
Sin embargo, esta escalada tiene consecuencias preocupantes para la estabilidad regional. El Sahel ya es una de las zonas más frágiles del mundo, con conflictos armados, golpes de Estado y la presencia de grupos yihadistas. Una confrontación abierta entre Mali y Argelia, dos actores clave en la región, podría exacerbar estas tensiones y dificultar aún más la cooperación antiterrorista.
¿Hacia dónde se dirige este conflicto?
Por ahora, ambas partes mantienen posturas firmes. Es poco probable que Argelia acepte pasivamente ser señalada como cómplice del terrorismo. Mali, por su parte, ha dejado claro que no dará marcha atrás en su política de «lucha sin cuartel» contra las amenazas a su seguridad.
En este contexto, la mediación de actores regionales o internacionales podría ser crucial para evitar una mayor escalada. Sin embargo, con la creciente influencia de Rusia en Mali y el distanciamiento de Francia y otras potencias occidentales, las opciones diplomáticas parecen limitadas.
La crisis entre Mali y Argelia es más que un simple conflicto bilateral; es un síntoma de las tensiones geopolíticas que atraviesan el Sahel. Con acusaciones de terrorismo de por medio y medidas como el cierre del espacio aéreo, el riesgo de una confrontación abierta es real. Este incidente no es casual y debería llamar la atención de la comunidad internacional, pues sus repercusiones podrían extenderse mucho más allá de las fronteras de estos dos países.
08/04/2025