Más de 1400 manifestaciones al mismo tiempo ocurridas en 50 estados, congregando a millones de personas de costa a costa en Estados Unidos el pasado fin de semana y con la amenaza de volver en mayor cantidad durante los próximos días es una señal clara de que el «reinado» que defiende el mandatario norteamericano Donald Trump carece de apoyo popular.
Si bien, el sistema electoral estadounidense otorgó la victoria de las elecciones en 2024 al candidato republicano con tan sólo poco más del 49% de los votos y una diferencia menor a un punto con su rival demócrata, ahora, son más las personas que se oponen a su gobierno.
La más reciente encuesta de Reuters/Ipsos revela que el 51% de los adultos estadounidenses encuestados entre el 21 y el 23 de marzo de 2025, con un margen de error de tres puntos, desaprueban el desempeño laboral de Donald Trump y sus políticas de nuevos aranceles, eliminación de agencias federales y despidos masivos de funcionarios, entre otros temas. Además, según el barómetro del instituto Gallup, el gobierno de Trump cuenta con una opinión desfavorable del 55 % de la población.
Es decir, que tras poco más de dos meses de mandato, el presidente ha logrado bajar su popularidad en más de 4 puntos, en un período inicial donde los líderes suelen contar aún con un alto apoyo. Estas cifras ubican a Donald Trump 15 puntos por debajo del promedio de todos los demás presidentes estadounidenses desde 1953 y Gallup lo posiciona cómo el único presidente más impopular en un segundo mandato desde la década de 1940.
Resulta también curioso, cómo la fuente de descontento y desaprobación el es tema económico, el principal motor que lo llevo a convertirse en mandatario por sus propuestas de rescate y salvación de la economía estadounidense. Sin embargo, actualmente sus medidas no generan consenso y el estudio de Gallup refleja que solo el 42% de los encuestados aprueba su gestión de la economía.
Desde su regreso a la Casa Blanca el 20 de enero, el líder estadounidense ha firmado más de 100 decretos presidenciales, un récord en tan poco tiempo en la historia moderna de Estados Unidos. No obstante, muchos de esos decretos han sido recortes del aparato federal y de presupuestos de ayuda social, provocando despidos masivos y una crisis en la seguridad social local.
Washington, Boston, Chicago, Los Ángeles, y hasta en las capitales como Berlín, Londres y París las consignas de «Manos afuera», «Fuera Elon Musk» y carteles exigiendo «el fin del dominio de los millonarios», fueron la constante y todo indica que lo seguirán siendo entre tanto no haya un cambio, o al menos, esa es la pretensión de los grupos organizadores. Aunque desde la Casa Blanca han descalificado las protestas, minimizado su existencia, y Trump ha insistido en que «es el camino» correcto para hacer a «América, grande de nuevo».
Una postura que no calza con la opinión popular. La cobertura mediática de las protestas han dejado escuchar expresiones como «nos están borrando», «están destruyendo nuestro país y nuestra relación con otros países», «debemos hacer algo porque él esta fuera de control», «se esta comportando como un dictador», y cientos de frases más que dejan claro el temor de los estadounidenses por lo que consideran un ataque frontal contra la democracia y las libertades civiles estadounidenses.
El apoyo inicial de los billonarios a la campaña electoral de Trump fue un elemento que llamó la atención el día de su toma de poder. Una primera fila ocupada por los más importantes multimillonarios del país norteamericano, los mismos que ahora la gente ataca en la calles, exigiendo que «saquen sus manos» de las instituciones públicas. Un enojo enfocado particularmente contra Elon Musk, de quien muchos piden su salida y alegan que no fue electo popularmente para tener el control que realmente ejerce.
Pues cabe recordar que Musk, a cargo de la eficiencia de Estados Unidos, y del recorte estatal ha hecho despidos masivos de empleados federales y una reorganización del seguro social que ha afectado a más de 73 millones de beneficiarios estadounidenses sin contar los millones de personas que se han quedado sin acceso a alimentos y medicamentos a nivel mundial ante la eliminación del programa USAID.
Las protestas del fin de semana anterior representan la movilización más grande contra Trump desde su reelección en enero pasado y prometen continuar y ampliarse, incluso en ciudades donde su victoria fue clave como en Miami, donde obtuvo el 55% de los votos, mas ahora sus políticas son rechazadas por la mayoría, especialmente por el impacto de los aranceles y las deportaciones masivas.
Sin lugar a dudas, la administración estadounidense está bajo la mira mundial por la incertidumbre que genera, la falta de rigurosidad y lo sorpresivo de sus acciones. No por nada, más de 20 mil personas se congregaron cerca del Monumento a George Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, y la población estadounidense en Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Canadá y México entre otros salieron con pancartas en muestra de un rechazo global a las decisiones de la administración Trump.
El llamado de “¡Manos Fuera!” parece reemplazar con fuerza la idea de «América Primero» que meses atrás unía a una gran parte de la población que confió en elegir la solución económica para su país y ahora se encuentra en un barco a la deriva, sin rumbo claro y donde el timón se mueve al compás de los caprichos de un sector privilegiado que tampoco está exento de sufrir las consecuencias. Pues el desplome bursátil ha provocado pérdidas a grandes compañías estadounidenses como Amazon y Nike, y hasta Tesla, que por ahora parecen resistir los embates, sin saber hasta cuando regresará la cordura al comercio y las finanzas mundiales.
7/04/2025
María Angélica Carvajal









