Dieciocho meses después del inicio de la guerra contra Hamás, Israel enfrenta su peor crisis interna en décadas. El gobierno de Benjamín Netanyahu parece perder el control ante un cóctel explosivo de escándalos de corrupción, protestas masivas, fracturas en el ejército y divisiones sociales profundas, mientras continúan los combates en Gaza y persiste el drama de los rehenes.
El escándalo Qatargate: Diplomacia y corrupción
En febrero de 2025 estalló el «Qatargate». Una seria de filtraciones revelaron que asesores cercanos a Netanyahu habrían coordinado con una firma qatarí para mejorar la imagen de Doha en Israel, a pesar de su rol como mediador con Hamás. Ante esta situación, la izquierda israelí acusa a Netanyahu de sabotear negociaciones por rehenes para prolongar la guerra y mantenerse en el poder. Mientras que la derecha defiende a su líder y denuncia que se trata de una cacería e brujas orquestada para desestabilizar al gobierno.
Crisis en el Shin Bet
Luego aparece se publica una grabación del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, admitiendo fallos en el 7 de octubre de 2023, lo que desató una tormenta política. Netanyahu intentó destituirlo, acusándolo de abrir la investigación Qatargate como represalia pero la fiscalía inhabilitó esa decisión. Sin embargo, la reacción del Primer Ministro ha enfadado a una gran parte de la población que han visto en la intención de despido de Bar una peligrosa politización de los servicios de seguridad, a la vez que los militares en reserva han expresado preocupación en distintos medios asegurando que «están jugando con nuestras vidas».
A esto se suma que el gabinete aprobó una moción de «falta de confianza» contra la Fiscal General Gali Baharav-Miara, en un movimiento sin precedentes en la política israelí. Ambas acciones han empujado a la oposición a manifestarse contra un Netanyahu que afirman «busca controlar el sistema judicial», pero el gobierno defiende con los argumentos de que la fiscal obstruye decisiones «críticas» en tiempos de guerra.
Protestas y represión
Es así como los escándalos de manipulación política, aunado al reinicio de la guerra en Gaza sin haber regresado a todos los rehenes vivos a Israel ha empujado a decenas de miles de israelíes a las calles exigiendo el retorno inmediato de rehenes y la convocatoria a elecciones anticipadas.
Una situación totalmente adversaria a los intereses del actual Primer Ministro y quien han respondido enviando a la policía con cañones de agua y arrestos masivos, reviviendo los fantasmas de las protestas por la reforma judicial de 2023. La sociedad civil reclama que la policía está utilizando una fuerza desproporcionada al utilizar granadas aturdidoras y golpizas para reprimir la disidencia, ante lo que la oposición advierte sobre un «peligroso descenso hacia el autoritarismo».
Entre tanto las familias de cautivos piden priorizar los acuerdos hechos con Hamás en meses pasados y lograr la liberación total de rehenes, vivos o muertos. Sin embargo, el gobierno parece estar más preocupado por avanzar hacia Rafah y aumentar la ofensiva en sus operaciones en la Franja de Gaza, que también registra la muerte de casi una veitena de soldados israelíes en una semana.
Pero el desacuerdo, no es solo de la sociedad civil sino aún dentro de los reservistas que ha hecho llamados a decir «basta de guerra» y algunos grupos hasta se han tirado a las calles bajo el lema «No iremos más», exigiendo claridad estratégica que justifique la continuidad de la guerra. Medios locales israelíes indican que más de 100,000 reservistas han pasado por el servicio activo desde el 7 de octubre de 2023, muchos de ellos sirviendo más de 270 días en combate en los últimos 18 meses. Ahora, algunos se niegan a presentarse para el servicio hasta que se lleguen a acuerdos con los secuestradores, mientras que otros están protestando contra las políticas gubernamentales.
Entre que la izquierda sostiene que el enfoque debería estar completamente en salvar a los rehenes restantes, desde el gobierno la línea se enfoca en tratar de ahogar más a los gazatíes para según ellos lograr mejores condiciones de negociación. Una medida que ha abierto rupturas dentro del oficialismo, ya que algunos lo ven como apostar por una bomba de tiempo que puede acabar con a vida de los rehenes en lugar de salvarlos.
La resistencia ultraortodoxa
A las protestas de la última semana se han unidos los ultraortodoxos, quienes se niegan a participar en la guerra. Muestra de ello es que la Corte Suprema de Israel ordenó reclutar a 24,000 jaredíes, pero solo 200 se han presentado. Aunque Netanyahu, ha presionado para salvar su alianza con este grupo intentando retrasar la medida, mas la Corte está lista para intervenir y la sociedad secular los acusa de evadir su responsabilidad mientras otros mueren por ellos. En este sentido, las FDI planean enviar 14 mil avisos de reclutamiento a los jaredím en los próximos tres meses, además de los 10,000 que ya han sido enviados.
Es así como Israel enfrenta una guerra contra Hamás y Hezbolá, y al mismo tiempo la fracturación política y social a lo interno. Cabe recordar que uno de los elementos que añaden polémica es el juicio por corrupción, soborno, fraude y abuso de confianza contra Netanyahu que se reanudó a principios de 2025 después de meses de retrasos debido a la guerra.
Israel enfrenta una guerra por el liderazgo, por la identidad, por el alma misma de la nación. Los datos revelan un país al borde del colapso sistémico, donde el 68% de la población desaprueba la gestión de Netanyahu según encuestas recientes del Israel Democracy Institute y el sondeo de Channel 12 de marzo 2025 revela que el 42% de israelíes cree que Netanyahu prioriza su supervivencia política sobre los rehenes.
La crisis es inminente, 23 sábados consecutivos de manifestaciones masivas desde enero 2025, 1,200 detenidos y 37 denuncias por violencia policial reflejan que Netanyahu esta contra las cuerdas y parece estar pagando el precio de una guerra prolongada sin victoria clara ni unidad nacional.
28/03/2025
María Angélica Carvajal