Un reciente estudio realizado por dos investigadores marroquíes ha arrojado nuevas luces sobre el origen y evolución de los grupos extremistas armados en la región del Sahel, en el contexto de una crisis multidimensional. La investigación resalta cómo la violencia ha evolucionado históricamente en esta zona de África, caracterizada por la fragmentación de grupos extremistas y el impacto de las crisis políticas y los límites de las intervenciones militares.
El informe, publicado por el Centro de Políticas para el Nuevo Sur, subraya que la región del Sahel sigue siendo el epicentro de desafíos complejos que requieren respuestas coordinadas. En su análisis, los investigadores destacan que la actual situación de inseguridad en los países del Sahel se ha visto exacerbada por el debilitamiento de las instituciones estatales y la falta de mecanismos de cooperación regional efectivos. Esto, según el estudio, ha contribuido al aumento de la fragmentación política y social, haciendo aún más difícil la estabilidad en la región.
El estudio también identifica las raíces del extremismo violento en la zona, ligándolo a una combinación de factores históricos, políticos, sociales y económicos, tales como la inestabilidad del Estado, la marginación de ciertas comunidades y la influencia de ideologías transnacionales. Según los autores, la expansión de grupos como Al Qaeda en el Magreb Islámico y el llamado Estado Islámico en el Gran Sáhara, junto con la creación de nuevos grupos como el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental y la reciente agrupación de la “Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin”, demuestra cómo el extremismo se ha diversificado y multiplicado en la región.
A pesar de los avances en el diagnóstico de la situación, los investigadores señalan que aún existen vacíos en la comprensión de las dinámicas regionales y en el desarrollo de respuestas adecuadas. La investigación destaca la necesidad de profundizar en el análisis de las interacciones entre las variables globales y las comunidades locales para comprender mejor los mecanismos de reclutamiento y propaganda de los grupos extremistas. Además, enfatizan la importancia de estudiar el impacto de las nuevas alianzas internacionales, como el “Grupo de los Cinco del Sahel” (G5 Sahel), y su colaboración con actores internacionales no tradicionales.
El informe propone un enfoque multidimensional que combine reformas institucionales, programas de desarrollo y una mayor integración de las comunidades locales, junto con un adecuado apoyo internacional. Este enfoque busca abordar las causas profundas del extremismo y promover la paz y estabilidad en una región marcada por conflictos y la intervención de múltiples actores. A pesar de la incertidumbre que aún caracteriza la situación en el Sahel, los investigadores afirman que las estrategias propuestas en el estudio ofrecen vías concretas para lograr una paz duradera, aunque insisten en que las soluciones deben ser contextuales, inclusivas y basadas en un conocimiento profundo de las dinámicas locales y regionales.
Finalmente, el estudio reafirma la importancia geopolítica de la región del Sahel, que conecta el Atlántico con el mar Rojo, atravesando países clave como Mauritania, Malí, Níger, Chad y Sudán. La región no solo es rica en recursos naturales, sino que también enfrenta tensiones derivadas de problemas ambientales, migración y seguridad. Por tanto, el Sahel es considerado una zona crucial, pero también vulnerable a dinámicas de inestabilidad, lo que hace imprescindible una cooperación internacional continua para gestionar los desafíos que enfrenta.
19/03/2025









