Argelia está acelerando significativamente sus esfuerzos de adquisición de armas, consolidándose como el quinto mayor importador de armas a nivel mundial y el principal en África. Así lo revela una publicación de GISReport donde analiza que la estrategia armamentista argelina podría interpretarse como una medida para contrarrestar a Marruecos en la lucha por la dominación regional, y en reforzar la autoridad del gobierno central ante una población descontenta por el desempleo y los problemas en los servicios básicos de agua potable y electricidad.
El artículo indica que para 2025, Argelia ha destinado un presupuesto militar de 25.000 millones de dólares, lo que le mantiene dentro de los 40 mayores gastadores militares del mundo, una condición que el gobierno considera un logro estratégico. Esta inversión ha sido posible gracias al aumento de los ingresos por petróleo y gas tras la guerra en Ucrania, permitiendo al país mantener elevados niveles de gasto en defensa.
Según, el medio de Liechtenstein, el presidente Abdelmadjid Tebboune ha priorizado el desarrollo militar tecnológico, especialmente en el sector satelital. En este sentido, el país norafricano planea mejorar su red de satélites para aplicaciones civiles y militares hacia finales de la década de 2030, con el objetivo de fortalecer su independencia tecnológica y sus capacidades estratégicas.
El artículo plantea que la rivalidad con Marruecos ha llevado a una carrera armamentista cada vez más evidente, donde Argelia busca posicionarse como un socio clave de las grandes potencias y ha estado intentando estrechar lazos con China, a pesar de ciertos desafíos. Pekín ha otorgado licencias para la producción local de buques navales de bajo tonelaje y ametralladoras, pero sigue priorizando la exportación de equipos militares listos para usar.
En cambio, Rusia sigue apareciendo como el principal socio militar de Argelia, con quien mantiene una cercanía desde la época soviética. Moscú le ha vendido misiles Iskander-M y ahora se plantea la posible compra de cazas de quinta generación Su-57, que, de concretarse podrían cambiar el equilibrio de poder en la región. Por su parte, el escritor expone que Marruecos ha respondido negociando la compra de 32 cazas F-35 Lightning II por un valor estimado de 17.000 millones de dólares, una adquisición que forma parte de su cooperación estratégica con EE.UU., que se ha venido fortaleciendo tras el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara y la normalización de relaciones con Israel.
Sin embargo, se comenta que el refuerzo militar argelino no solo responde a la rivalidad con Marruecos, sino también a una estrategia de supervivencia política interna. Las protestas del Hirak de 2019-2020 pusieron en jaque la autoridad del gobierno argelino, y el régimen ha optado por consolidar el papel central del ejército como garante de estabilidad y soberanía. A su vez, el rearme también se justifica en la lucha contra los remanentes de insurgencias islamistas, que aunque debilitados, estos grupos aún representan una amenaza latente para el gobierno central de Argelia. En este marco, la memoria de la guerra civil de la «Década Negra» (1992-2002) sigue presente en la estrategia militar del país, que busca proyectar una imagen de fortaleza ante la población.
GSI resume las tensiones entre Argelia y Marruecos en tres factores clave: los Acuerdos de Abraham; ya que Argelia rechaza la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel y teme por una creciente influencia israelí en la región. El tema del Sáhara, ya que los enfrentamientos esporádicos entre fuerzas marroquíes y el Frente Polisario refuerzan la retórica argelina sobre la necesidad de estar preparados para cualquier eventualidad. Y el movimiento autonomista de Cabilia, por lo cuales Argelia acusa a Marruecos de respaldar al Movimiento y que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas en 2021.
Uno de los cuestionamientos planteados es que Argelia enfrenta su mayor desafío en la insatisfacción interna. Mientras el gobierno invierte en armamento, la población exige soluciones a problemas como el desempleo, la escasez de agua potable y la falta de electricidad. Igualmente, expone que un exceso de militarización podría generar riesgos de un conflicto accidental con Marruecos que de escalar hasta podría implicar la intervención de EE.UU. y Rusia. Mas el autor mantiene la sugerencia que el interés armamentista de Argelia apunta sobre todo a controlar la situación interna y mantener un legado de presencia fuerte en la región un contexto mundial donde predomina la incertidumbre y se busca el equilibrio entre la seguridad regional.
04/03/2025