La reciente disolución del «Intergrupo Sáhara Occidental» en el Parlamento Europeo marca un punto de inflexión en el largo y complejo debate sobre el futuro de esta región. Mientras algunos sectores lamentan la desaparición de este grupo, que durante dos décadas se centró en la cuestión saharaui, otros lo interpretan como un paso inevitable, incluso positivo, hacia un enfoque más pragmático y menos ideologizado. La incapacidad del Intergrupo para reconstituirse tras las últimas elecciones europeas, debido a la falta de apoyo suficiente, refleja un cambio de perspectiva en el seno de la institución y, posiblemente, en el escenario internacional.
Este cambio de perspectiva coincide con el creciente impulso de la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara. Considerada por Rabat como la solución más realista y viable para el conflicto, la propuesta ha cosechado un apoyo significativo a nivel internacional en los últimos años. Numerosos países, incluyendo miembros de la Unión Europea como España, Alemania, y más recientemente, Eslovenia, Finlandia, Dinamarca y Estonia, han expresado su respaldo a este plan, reconociéndolo como una base seria y creíble para las negociaciones.
Desde la perspectiva marroquí, la disolución del Intergrupo, junto con el creciente apoyo internacional a su propuesta de autonomía y la apertura de consulados en El Aaiún y Dajla por parte de diversos países, consolida su posición y refuerza la legitimidad de su soberanía sobre el Sáhara. Estos acontecimientos se perciben como un claro mensaje a la comunidad internacional: la solución al conflicto pasa por el realismo y la pragmática, no por aferrarse a narrativas obsoletas.
Sin embargo, la cuestión del Sáhara sigue siendo un asunto delicado y complejo. Si bien la disolución del Intergrupo puede interpretarse como un síntoma de la creciente aceptación de la propuesta marroquí, el camino hacia una solución definitiva aún presenta desafíos. La comunidad internacional, con las Naciones Unidas a la cabeza, sigue buscando un acuerdo que satisfaga a todas las partes involucradas, incluyendo a Argelia y al Frente Polisario, y que garantice la estabilidad, el desarrollo y el respeto de los derechos humanos en la región.
Es crucial, en este contexto, fomentar un diálogo constructivo y abierto entre todas las partes. La disolución del Intergrupo, al eliminar un foro que en ocasiones se percibía como parcializado, podría, paradójicamente, contribuir a crear un ambiente más propicio para el diálogo y la negociación. El futuro del Sáhara dependerá, en última instancia, de la voluntad de las partes para encontrar un terreno común, con el apoyo y la mediación de la comunidad internacional, y con el objetivo último de alcanzar una solución pacífica, justa y duradera. El tiempo dirá si la disolución del «Intergrupo Sáhara Occidental» representa un paso decisivo en esa dirección.
16/12/2024