El desierto del Sáhara, vasto y silencioso, ha sido testigo mudo de una larga y compleja disputa. Desde la retirada española en 1975, la cuestión del Sáhara ha sido un crisol de intereses geopolíticos, luchas de poder y aspiraciones nacionales, un escenario en el que Marruecos ha desplegado una estrategia paciente y multifacética que, en 2024, parece haber alcanzado un punto de inflexión. Pero, ¿hasta qué punto se trata de una victoria definitiva o de una etapa más en un proceso aún lejos de concluir?
Este análisis busca desentrañar la intrincada red de factores que han contribuido a la posición actual de Marruecos, analizando la estrategia marroquí, las debilidades del Frente Polisario y el contexto geopolítico internacional.
La estrategia marroquí: más allá de la diplomacia de masas
La estrategia marroquí se caracteriza por su multidimensionalidad. Ha trascendido la simple diplomacia de masas, basada en el número de países que reconocen su soberanía sobre el territorio. Se ha apoyado en pilares fundamentales:
• Desarrollo económico en las provincias del Sáhara: La inversión masiva en infraestructuras, turismo y desarrollo económico en las provincias del Sáhara ha transformado la realidad sobre el terreno. Esto no solo ha mejorado la calidad de vida de los habitantes, sino que ha debilitado la narrativa del Frente Polisario al demostrar la integración de la región. La creación de polos económicos en el Aaiún y Dajla, ha sido un elemento crucial en esta estrategia, atrayendo inversiones extranjeras y creando oportunidades de empleo.
• Diplomacia activa y persuasiva: Más allá de los números, la diplomacia marroquí ha buscado construir relaciones sólidas y estratégicas con países clave, especialmente en África y Europa. El apoyo de Francia, aunque matizado, ha sido un elemento vital. La estrategia no se limita a obtener declaraciones de apoyo, sino a tejer una red de intereses comunes que dificulte la articulación de una oposición unificada contra la posición marroquí.
• El Plan de Autonomía: una herramienta negociadora: Si bien no ha sido aceptado por el Frente Polisario, el plan de autonomía ha servido como una herramienta clave en la negociación internacional. Ha permitido a Marruecos presentar una propuesta concreta y viable, enmarcada en el respeto de la soberanía marroquí, mientras se ofrece un marco de autogobierno a la población saharaui. Esta propuesta, aunque rechazada por el Polisario, ha conseguido neutralizar parcialmente las críticas internacionales, al ofrecer una alternativa a la independencia total.
Las debilidades del Frente Polisario:
El Frente Polisario, a pesar de su larga lucha, se enfrenta a retos significativos:
• Aislamiento internacional creciente: La disminución del número de países que reconocen a la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD) refleja un declive en su influencia internacional. La falta de un apoyo fuerte por parte de la comunidad internacional dificulta sus posibilidades de negociación.
• La falta de una estrategia clara: La estrategia del Polisario ha sido criticada por su rigidez y su incapacidad para adaptarse a la evolución de la situación. La insistencia en la independencia total, sin considerar alternativas viables, ha limitado sus opciones.
• El impacto del desarrollo económico en el Sáhara: El desarrollo económico en las provincias del Sáhara ha afectado la capacidad del Polisario para movilizar apoyo popular. La mejora de las condiciones de vida ha reducido el atractivo de la narrativa del Polisario para muchos saharauis.
El contexto geopolítico: Un escenario cambiante
La evolución del expediente del Sáhara no se puede entender sin considerar el contexto geopolítico internacional. El ascenso de Marruecos como potencia regional, su creciente influencia en África y la reconfiguración de las alianzas internacionales han creado un escenario más favorable para sus intereses. La gestión de la relación con Argelia, un actor clave en la región, sigue siendo un factor crucial en la dinámica del conflicto.
Considerando estos factores —el avance de la estrategia marroquí, los retos del Polisario y las complejidades geopolíticas—, la situación actual del Sáhara presenta un panorama complejo. Marruecos ha logrado avances significativos en el expediente del Sáhara, pero la situación aún dista de ser definitiva. Si bien la estrategia marroquí ha demostrado su eficacia, el conflicto no está resuelto. El futuro dependerá de la capacidad de Marruecos para mantener su impulso, de la evolución de la situación geoestratégica y de la disposición del Polisario a considerar alternativas viables dentro de un marco de negociación inclusivo. El silencio del desierto aún guarda el eco de un conflicto que, a pesar de los avances de Marruecos, persiste como un desafío para la estabilidad regional y la búsqueda de una solución justa y duradera. La narrativa de una victoria total es prematura. El camino hacia una resolución pacífica y aceptada por todas las partes continúa siendo largo e incierto. La verdadera prueba de la estrategia marroquí será su capacidad para transformar los avances tácticos en una solución política sostenible que atienda las necesidades y aspiraciones de todos los actores implicados, incluyendo la población saharaui. La historia del Sáhara, escrita en la arena del desierto, aún está lejos de ser concluida.
16/12/2024