El huracán Beryl, que azotó Jamaica el 3 de julio, dejó una profunda huella en el cinturón agrícola del país, con daños valorados en 6.500 millones de dólares y afectando a unos 45.000 granjeros. Rosemary White, una agricultora de 56 años, perdió su hogar y su sustento, al igual que miles de jamaiquinos en las parroquias de Clarendon, Manchester y Saint Elizabeth. La tormenta destruyó cultivos esenciales y dejó sin electricidad a gran parte de la región, mientras los agricultores luchan por reconstruir sus vidas.
El gobierno de Jamaica ha prometido subvenciones para la rehabilitación de viviendas y medios de vida, mientras que la ONU, a través de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), ha asignado 4 millones de dólares para apoyar las actividades de recuperación. Organizaciones como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) están trabajando para ayudar a 1.500 hogares, reparando techos y sistemas eléctricos dañados, en un esfuerzo por devolver la normalidad a las comunidades afectadas.

A pesar de los esfuerzos de recuperación, el impacto del cambio climático sigue siendo una preocupación latente. Agricultores como Rosemary señalan la pérdida de árboles y la creciente vulnerabilidad de la isla a futuras tormentas, subrayando la necesidad de soluciones sostenibles que fortalezcan la resiliencia de Jamaica ante desastres naturales.
18/9/2024