Miles de personas se manifestaron en varias ciudades de Reino Unido este miércoles 7 de agosto en respuesta a la reciente ola de violencia racial provocada por grupos de ultraderecha. Estas protestas, mayoritariamente pacíficas, surgieron como reacción a una semana de disturbios que se iniciaron tras la muerte de tres niñas, un evento que ha sido aprovechado por sectores extremistas para fomentar el odio racial y religioso.

Las autoridades habían expresado su preocupación por posibles ataques violentos, especialmente dirigidos contra mezquitas y refugios para migrantes, pero finalmente fueron los grupos antirracistas los que tomaron las calles en defensa de la paz y la convivencia. En Londres, Birmingham y Liverpool, miles de manifestantes se unieron para rechazar la violencia y proteger a las comunidades vulnerables.
En el barrio de Walthamstow, al noreste de Londres, la comunidad local se movilizó en masa, con banderas palestinas y pancartas que exigían frenar el avance de la extrema derecha. Los manifestantes destacaron su rechazo a la presencia de grupos racistas en sus vecindarios y reafirmaron su apoyo a los migrantes y refugiados.
Los disturbios comenzaron tras un trágico incidente en Southport, donde tres niñas fueron asesinadas, lo que desató una ola de especulaciones en internet que culpaban erróneamente a un solicitante de asilo musulmán. La policía, sin embargo, identificó al sospechoso como un joven nacido en Gales, de origen ruandés, desmintiendo los rumores que alimentaron la violencia.
A lo largo del país, las protestas antirracistas mostraron la solidaridad de la ciudadanía con las comunidades migrantes y musulmanas, defendiendo la paz ante la amenaza de la extrema derecha. En Birmingham, un gran grupo de personas se congregó frente a un centro de ayuda a migrantes, y manifestaciones similares tuvieron lugar en ciudades como Bristol, Brighton y Sheffield.
Aunque la mayoría de las protestas se desarrollaron sin incidentes graves, en algunas localidades como Aldershot hubo enfrentamientos esporádicos entre manifestantes antirracistas y grupos opositores, lo que obligó a la intervención de la policía. El despliegue policial fue significativo, con miles de agentes movilizados para prevenir la violencia.
Desde el comienzo de los disturbios, más de 400 personas han sido arrestadas y más de 120 han enfrentado cargos, reflejando la respuesta firme del gobierno de Keir Starmer ante la crisis. Esta situación ha generado una profunda preocupación en la opinión pública británica, con un creciente temor al avance de la extrema derecha, aunque la inmigración sigue siendo vista como uno de los principales desafíos del país.
08/08/2024









