En los últimos años, hemos sido testigos del poder de las manifestaciones artísticas en todos los ámbitos y contextos. La pintura, la fotografía, la poesía, la música y la danza se han convertido en formas de expresión poderosas en la sociedad actual; un recurso para alzar la voz e, incluso, en un instrumento de denuncia; de ahí que para unos cuantos sean consideradas como la más peligrosa y letal de las armas.
En esta ocasión, continuamos nuestra conversación con el humanista Farid Bentria, comentando diferentes curiosidades sobre su obra y el impacto de su labor literaria en las dos orillas. Hace unos días, nos señalaba su visión sobre el ascenso de las fuerzas políticas de extrema derecha, así como el papel de las emociones junto con las redes sociales en todo el proceso (se puede consultar la primera parte aquí).
Recordamos que nuestro entrevistado, nacido en Tánger, se instaló en Granada a los 5 años, donde estudió Ciencias Políticas y Sociología. Actualmente, es miembro del Consejo Asesor de la Fundación Pedro Zerolo y, desde febrero de 2023, es el Coordinador de la Fundación Pablo Iglesias. Su implicación con la sociedad aparece desde temprana edad, con su participación en diferentes movimientos sociales. Con todo esto, también destaca su preocupación por el arte, el mensaje, las narrativas y la deconstrucción de prejuicios y nociones preconcebidas entre las dos orillas del Estrecho, a través de la expresión artística; principalmente mediante la fotografía y la poesía.
A continuación, Bentria nos habla de sus obras, de su la línea narrativa comprometida con sus objetivos políticos y sociales, reclamando una defensa de los derechos humanos, así como un mayor reconocimiento de las obras escritas en español por parte de artistas de diferentes orígenes nacidos en Marruecos.
P: Cuando revisamos tu obra, nos encontramos con una década plena de publicaciones y escritos, ¿podrías comentarnos con cuál te has sentido más identificado? o ¿Cuáles son las que mejor te representan como autor?
R: Esta pregunta siempre es difícil, porque, bueno, esto es como ¿a cuál de tus hijos quieres más? Y es que parece un cliché, pero realmente funciona así: cada una retrata una parte de la vida, no sé… Por no ir a lo fácil, podría empezar por la primera publicación propia, la de un «Viento de Madera» (2014), porque tenía muchos elementos personales y creo que mucho de lo mejor de mi obra sigue ahí…

Después, me adentré en esa aventura de crear libros, objetos que tengan sus pequeños trucos internos. En la primera obra todavía no tienes depurado el cómo hacer eso o no te atreves. En la siguiente, pues digamos, hay unas temáticas mucho más cerradas, hay una composición narrativa más pensada. Entonces, bueno, quizá por todo ello, a pesar de que el primer libro siempre es el primer libro, «Mare Incógnita – Mare Nostrum – Cartografía Poética» (2018) a mí me ha sorprendido mucho con el tiempo, porque en mi cabeza lo creé también con un objetivo político. Esto es porque todo lo que yo iba publicando, independientemente del país, salía en el Ministerio de Cultura español como parte de mi obra, pero si yo tenía algo publicado en Marruecos, no, y me parecía algo a corregir. Entonces, me propuse crear ese libro que ya estaba en marcha, que es muy temático, reclamando una reivindicación de la emoción mediterránea, para publicarlo en Tánger. Se trataría de un libro con un prólogo de un tangerino, Antonio Lozano, con un viaje poético que recorre todo el Mediterráneo, empezando y acabando en Tánger, con una imprenta tangerina, con un maquetador tangerino y haciendo el diseño y todo el proceso ahí, en Tánger, solo para demostrar que se podía sacar un libro en Marruecos, que la gente quisiera comprar y dárselo en mano, entre otros, a Guirao, quien entonces ejercía como ministro de cultura en España. El objetivo era hacerle ver que en Marruecos también se escribe en español y que habría que hacerle algo de más caso a todo lo que sale del país. Y funcionó en gran medida.
En aquella época, también fue la reunión en Casablanca, cuando el Salón Internacional de Casablanca, con España como país invitado, donde conseguimos dar visibilidad y hacer natural la situación lingüística que ya se vivía en Marruecos: que el español es una lengua más, sobre todo en el norte del país, y que la literatura existe y que no tiene sentido que una obra que se cree en español en Marruecos no esté recogida como obra existente.
Por tanto, «Mare Incógnita – Mare Nostrum – Cartografía Poética» (2018) por ese lado, creo que es importante. Por otro lado, nacía como un libro más pequeño, un poemario más pequeño entre poemarios, sin más pretensión que esa a nivel conceptual. Sin embargo, se ha convertido en un librito difícil de conseguir y te diría que de culto, a más años pasan, más se venden, y porque ya no quedan.

Además, otro libro que al final ha tenido más peso del que yo creía y que ha sido bastante interesante es el de «Estrecheños» (2016). La cuestión es que ya no hay ejemplares; entonces, simplemente para que siga existiendo vamos a intentar sacar una reedición. Lo importante que tiene «Estrecheños», sobre todo, es que crea una palabra que da un sentido de pertenencia que nos hacía falta a muchos y que no sabíamos cómo nombrar.
También es cierto que el último poemario es muy complejo porque si tú lo ves, parece una novela por dimensión, etc. Luego uno lo abre y tiene un preludio, tres actos y un epílogo. Con lo cual yo siempre digo que es un poemario disfrazado de ópera. Hay un arco narrativo, un arco de evolución de personajes, con lo cual también podría entrar en cierta manera en la categoría de narrativa.

Finalmente, el último, claro, que está recién nacido, del que no he podido hacer ninguna presentación todavía. Además, es narrativa, narrativa experimental, es mi último bicho raro y se titula «Leve declaración de ausencias» (2024). Sobre este te podría decir que, aunque hay tres elementos que se nombran siempre en cualquier novela, en esta no se da el caso, no tienen nombre. Precisamente, busqué en todo momento que no tuvieran nombre; se trata del personaje principal, narrador, observador, otro personaje, digamos, conductor de lo que el otro observa y la ciudad en la que pasa el 99,9 % de la acción, que también es protagonista y que tampoco se nombra. No obstante, es muy reconocible; quien haya estado ahí no va a tener duda de qué ciudad es.

P: Cuando hacemos un repaso de tus obras, vemos que una fuerte presencia del Mediterráneo, el Estrecho, Marruecos y específicamente de los escenarios y ubicaciones de Tánger. ¿Utilizar todos estos recursos del Norte de Marruecos, darles un lugar especial en tu obra, principalmente, tu ciudad natal, fue una labor en la que te implicaste a consciencia?
R: Sin duda sí, pero el tema es cuando uno se da cuenta de la necesidad creativa. Toda acción creativa tiene de fondo una acción política, se quiera ver o no, siempre está ahí, aunque se hable de amor. Por ejemplo, hasta que no consideré que yo tuviera un estilo propio no quise publicar en papel. Mis primeras publicaciones son los dos primeros poemas que me publicaron, que eso casi no cuenta. Yo tenía seis años, siete. Luego, en el instituto, es cuando tengo varias ofertas para publicar algún poemario, pero yo no quise. Y no quise hasta que yo no viera que realmente tenía un estilo en el que yo me reconociera. Y eso ya llega a los 30 años, ya veo que tengo un estilo propio, que yo cuando leo algo mío en mí (aunque las influencias siempre existen), hay un estilo propio.
Por encima de la influencia está la construcción del yo literario. Lo que veo es que por ser de la familia que soy, por ser de Tánger y por todos estos elementos de base, yo lo que voy capturando son ritmos. Por fortuna, he podido leer en francés, en inglés, en español y, por ello, he ido capturando esos ritmos donde también hay mucho de la poesía árabe o andalusí. Hay una mezcla muy mediterránea, con una base de la luz en el imaginario bastante potente.
No obstante, también está el recuerdo. Hay un punto importante; yo me crío en Granada y me siento muy granadino, pero desde mis primeros poemas, y el primero fue con cinco años, siempre tenía esa sensación de aquel que deja la ciudad natal. Y ahí me nace la necesidad. Y creo que el primer poema en el que empecé realmente a machacar ese tema de los recuerdos de un niño que se fue muy pequeño de Tánger. Creo que lo hice con unos 10 años y ahí había una vía. Luego, en el proceso de maduración uno llega a conclusiones: hay una belleza en ese imaginario, hay una luz muy particular. Más adelante, eso lo puedo transportar a la fotografía, a la pintura y a mi literatura en cualquiera de sus puentes.
Por otra parte, también está el proceso de deconstrucción del imaginario de los que tengo cerca, con los que me he criado, que son España, en base a Europa. España, que para mí nunca ha sido otro país, volvemos a ver el concepto de “Estrecheños”, sino parte del mismo territorio en el que yo estaba permanentemente. Sin embargo, a un lado del estrecho se sabe todo lo que pasa en el otro, pero a este lado (España) no se sabe absolutamente nada de lo que ocurre en el país vecino, ni para bien ni para mal. En ese marco, nace también la necesidad en toda mi parte creativa, de acercar otro imaginario, de poner encima de la mesa otra manera de mirarnos, coger el estrecho y pasarlo de frontera a como lo llamaban en su día los de Andalucía, “la calle del agua”. Básicamente, en vez de verla en vertical, pasar a verla en horizontal, un elemento de comunicación común. Y eso está en todas las obras; a veces de manera muy evidente, y otras, de manera más sutil. Sin duda alguna, estas últimas son las más pensadas y para mí, las más peligrosas.
Con esto, cabe añadir que la última parte de esta amena conversación con nuestro entrevistado tratará la relación entre las manifestaciones artísticas y la educación en sociedad. Será publicada en los próximos días en la misma sección.
Equipo de Marruecom
04/07/2024