En un giro político sin precedentes, el presidente francés Emmanuel Macron, después de la caída significativa de su partido en las elecciones europeas del 9 de junio, ha precipitado elecciones anticipadas que podrían llevar a Francia hacia un gobierno de ultraderecha o hacia un estancamiento parlamentario prolongado.
Benjamin Morel, profesor universitario, afirma que «el sistema mayoritario de Francia será sometido a prueba», mientras Émeric Bréhier, del Observatorio de la Vida Política de la Fundación Jean Jaurès, predice dificultades para formar alianzas. Las encuestas anticipan tres grandes bloques en la Asamblea Nacional: la extrema derecha con más de un tercio de los votos, la alianza de izquierdas con cerca del 30%, y el centro ‘macronista’ superando el 20%, ha publicado el diario El Obrero.
Jean-Yves Camus, politólogo especializado en movimientos radicales, señala que la probable mayoría absoluta de la extrema derecha podría erosionar el crédito internacional de Francia debido a sus controvertidas políticas, especialmente en temas migratorios. Macron se vería obligado a nombrar a Jordan Bardella, un prominente miembro de la extrema derecha y estrecho colaborador de Marine Le Pen, como primer ministro.

Morel destaca que el sistema electoral, que históricamente ha penalizado a la extrema derecha, ahora podría favorecerla, subrayando el potencial de una mayoría absoluta para este grupo. Si nadie logra la mayoría absoluta, se enfrentarían a un año de inmovilidad legislativa, con la posibilidad de formar una «gran coalición» entre macronistas, miembros menos radicales de la izquierda y Los Republicanos.
Émeric Bréhier sugiere que un primer ministro del Partido Socialista podría ser aceptable para el partido de Macron, facilitando la transición de poder hacia un sucesor en 2027. Si la suma de escaños de la extrema derecha y la alianza de izquierdas supera los 289, Morel propone mirar a ejemplos como Italia o Bélgica, que han resuelto situaciones similares con gobiernos técnicos liderados por figuras apolíticas.
Este escenario plantea un gobierno técnico como única salida viable, posiblemente encabezado por François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia, una figura que podría asegurar estabilidad sin proyección política.
27/6/2024