La reciente visita del presidente ruso, Vladímir Putin, a Vietnam no es solo un evento diplomático más; es una demostración palpable de la perdurabilidad y complejidad de las relaciones internacionales en el tablero geopolítico contemporáneo. Este encuentro, el primero de Putin en Vietnam en más de una década, subraya la robusta conexión que ambos países han mantenido desde los tiempos de la Guerra Fría y pone de manifiesto los desafíos que enfrenta Vietnam al maniobrar entre las grandes potencias globales, especialmente en el contexto actual de tensión internacional por la guerra en Ucrania, publica hoy el diario El Obrero.
Vietnam, con su política denominada «diplomacia de bambú», ha demostrado una habilidad excepcional para balancear sus relaciones exteriores, manteniendo lazos significativos tanto con Estados Unidos como con China y Rusia. Este enfoque flexible y pragmático le ha permitido capitalizar su posición estratégica y fomentar su desarrollo nacional aprovechando al máximo las oportunidades que surgen de sus diversas alianzas internacionales.
La visita de Putin a Hanói, que coincidió con la celebración del trigésimo aniversario del Tratado sobre los Principios de las Relaciones Amistosas entre Rusia y Vietnam, no solo es una reafirmación de la amistad histórica entre ambas naciones, sino también un acto estratégico de Rusia para mostrar al mundo que, pese a su aislamiento por parte de Occidente debido a su accionar en Ucrania, no está completamente sola. Vietnam, por su parte, ha demostrado una vez más su capacidad para mantener relaciones diplomáticas sin comprometer sus intereses nacionales, incluso en tiempos de crisis global.
A lo largo de la historia, Rusia ha sido un aliado crucial para Vietnam, proporcionando apoyo armamentístico que fue decisivo durante las guerras contra Francia y Estados Unidos. Esta relación se fortaleció durante los años ochenta cuando la ayuda soviética fue vital para Vietnam en su lucha por recuperarse de la posguerra y el aislamiento internacional. Hoy en día, aunque las interacciones comerciales entre ambos países no sean tan significativas como las que Vietnam mantiene con Estados Unidos o China, se centran en sectores estratégicos vitales como la seguridad y la energía.

Este último aspecto es crucial, pues Vietnam continúa dependiendo de Rusia para la adquisición de armamento, aunque ha intentado diversificar sus fuentes de equipamiento militar en años recientes. Además, ambos países tienen intereses compartidos en el sector energético, colaborando en la explotación de yacimientos de petróleo y gas en las costas vietnamitas.
Sin embargo, la posición de Vietnam en la crisis ucraniana, donde se abstuvo en votaciones clave de la ONU que condenaban a Rusia y votó en contra de la expulsión de este país del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, revela la complejidad de su diplomacia. Esta postura puede ser interpretada como un equilibrio entre el respeto a un viejo aliado y la necesidad de mantener principios diplomáticos que no alienen a otros socios importantes.
Así, la visita de Putin no solo refuerza los lazos históricos entre Rusia y Vietnam, sino que también refleja la habilidad de Vietnam para navegar en un escenario internacional cada vez más polarizado, donde las decisiones no son solo respuestas a las circunstancias inmediatas sino movimientos calculados en un juego de estrategia global prolongado.
En resumen, mientras Vietnam continúe practicando su diplomacia de bambú, ajustando su flexibilidad y resistencia según lo dicten las circunstancias, seguirá siendo un actor relevante y capaz de manejar sus alianzas internacionales de manera efectiva, sin importar las presiones o desafíos que emergen en el horizonte geopolítico.
20/6/2024