El conflicto en Gaza ha tenido repercusiones devastadoras, no solo en términos humanos y sociales, sino también en el ámbito medioambiental, con un impacto que perdurará en el tiempo. Según una evaluación preliminar del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se han generado 39 millones de toneladas de escombros a causa de los enfrentamientos, lo que equivale a más de 107 kg de escombros por metro cuadrado de la Franja de Gaza. Esta cifra supera ampliamente los desechos producidos en conflictos anteriores en otras regiones, como el de Mosul en 2017.
Estos escombros no solo representan un desafío logístico significativo en términos de limpieza y gestión, sino que también suponen un riesgo serio para la salud pública. Contaminados con artefactos explosivos sin detonar, amianto y residuos industriales y médicos, los escombros dispersan sustancias peligrosas que impactan directamente en el suelo, el agua y el aire de la región. Además, la descomposición de restos humanos entre estos escombros exige un manejo sensible y adecuado para evitar riesgos sanitarios adicionales.
La infraestructura de agua y saneamiento de Gaza, ya de por sí frágil antes del conflicto, ha sido prácticamente destruida. Las plantas de tratamiento de aguas residuales están fuera de servicio, lo que ha llevado a una contaminación generalizada de las playas y aguas costeras, afectando la salud pública y el medio ambiente marino. La situación es tan crítica que las sustancias contaminantes incluyen patógenos, nutrientes, microplásticos y químicos peligrosos.
Los conflictos armados han exacerbado la ya crítica situación medioambiental en Gaza, donde la degradación ambiental ha sido una preocupación constante debido a la alta densidad de población, la urbanización rápida y la vulnerabilidad al cambio climático. Además, la utilización de municiones que contienen metales pesados y sustancias químicas en áreas densamente pobladas ha incrementado el riesgo de contaminación persistente que afectará la salud de las generaciones futuras.
Ante esta situación crítica, el PNUMA ha urgido a un alto el fuego inmediato, no solo para salvar vidas sino también para comenzar a abordar los severos impactos medioambientales del conflicto. La reconstrucción de Gaza deberá incluir una evaluación detallada de los daños medioambientales y una planificación que integre la gestión de los problemas ambientales existentes y los generados por el conflicto.
Finalmente, la agencia destacó la importancia de una evaluación más exhaustiva en el terreno, tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan, para determinar el alcance completo de la degradación medioambiental y desarrollar estrategias de remediación en colaboración con la comunidad científica y civil de Gaza. Esta evaluación responde a una solicitud oficial del Estado de Palestina y forma parte del mandato del PNUMA para asistir a las naciones en la mitigación y gestión de la contaminación en áreas afectadas por conflictos armados o terrorismo.
19/6/2024