Mientras Emmanuel Macron, presidente de Francia, promueve la expansión de la energía nuclear en su país como una solución clave para el crecimiento del consumo eléctrico y la consecución de la neutralidad de carbono para 2050, España está tomando una dirección opuesta. Francia, con planes de construir ocho nuevos reactores EPR, ve en la energía nuclear una tecnología del futuro que puede mantener precios de electricidad competitivos y generar empleos. Este enfoque destaca la diferencia con la estrategia española, que está enfocada en desmantelar progresivamente sus reactores nucleares, con el cierre del primero previsto para 2027, como parte de su compromiso con las energías renovables y la sostenibilidad.

El contraste entre las políticas energéticas de estos dos países resalta las divergencias dentro de Europa respecto al uso de la energía nuclear. Mientras Francia apuesta por su rol continuo en la mixtura energética, España avanza hacia una matriz energética completamente renovable, alineada con su Plan Nacional Integral de Energía y Clima 2021-2030, que busca la desnuclearización completa para 2035. Este debate se extiende también a otros países europeos, como Alemania, que ha decidido cerrar sus últimas centrales nucleares, y Portugal, que está desmantelando su única instalación nuclear.
Por otro lado, Italia, después de haber cerrado sus plantas nucleares tras un referéndum en 1990 y rechazado un intento de reintroducción en 2011, está reconsiderando su postura. La Cámara de Diputados italiana está investigando el potencial de la energía nuclear para ayudar en la descarbonización del país y alcanzar la neutralidad climática para 2050. Estas políticas divergentes reflejan un continente dividido entre promover la energía nuclear como una solución verde y eficaz y rechazarla en favor de alternativas renovables.
28/4/2024