
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores francés, Stéphane Séjourné, ha desplegado una estrategia decidida para rescatar la deteriorada relación entre París y Rabat. Después de meses de tensiones y desencuentros, se vislumbra un atisbo de reconciliación entre dos socios estratégicos que alguna vez compartieron estrechos lazos, indica el medio francés «Les Echos».
El cambio de tono en las comunicaciones diplomáticas es palpable. De las heladas relaciones que caracterizaron gran parte del año pasado, ahora emerge un esfuerzo concertado por parte de ambas partes para dejar atrás las diferencias y trabajar en pro de intereses comunes. Stéphane Séjourné, consciente del desafío que representa este restablecimiento de la confianza, ha manifestado públicamente su compromiso de escribir un nuevo capítulo en la historia de la relación franco-marroquí.
La crisis que sacudió los cimientos de esta alianza no fue un mero tropiezo diplomático. Desde acusaciones de corrupción hasta desencuentros en asuntos de política exterior, el distanciamiento entre París y Rabat alcanzó su punto álgido con el abrupto corte de comunicaciones por parte del Reino de Marruecos. La falta de intercambio a todos los niveles y la ausencia de un embajador marroquí en suelo francés fueron solo algunas de las señales de la profunda brecha que separaba a ambos países, agrega el mismo medio.
Sin embargo, poco a poco, las tensiones comenzaron a ceder espacio a gestos de conciliación. La recepción del embajador francés en Rabat para presentar sus credenciales al Rey Mohamed VI marcó un primer paso en la reconstrucción de los lazos bilaterales. A esto se sumó la designación de una nueva embajadora marroquí en París, cuyo perfil como ex periodista convertida en experta en comunicación de crisis refleja la voluntad de Rabat de manejar esta delicada situación con destreza y sensibilidad, agrega Sophie Amsili, autora del artículo.
La reconciliación no se limita únicamente al ámbito diplomático, sino que también se extiende a áreas de cooperación económica, seguridad y migración. La reciente inauguración de una sucursal de la cámara de comercio francesa en Guelmim, es un claro ejemplo del interés mutuo en fortalecer la colaboración en áreas estratégicas.
Pese a estos avances, añade Amsili, la prudencia sigue siendo la consigna. Tanto París como Rabat son conscientes de que el camino hacia una plena normalización de las relaciones está sembrado de obstáculos y desafíos. La sombra de la crisis pasada sigue acechando y cualquier paso en falso podría desencadenar una nueva espiral de tensiones.
En medio de este proceso de reconciliación, ambos países están obligados a replantearse su papel en la región y su relación mutua. Para los marroquíes, la era de la «Françafrique» ha llegado a su fin y es crucial definir una nueva dinámica que refleje los cambios geopolíticos y económicos en curso. Por su parte, Francia debe adaptarse a esta nueva realidad y encontrar formas de colaboración que sean mutuamente beneficiosas y respetuosas de la soberanía y los intereses de Marruecos.
20-02-2024