
Mientras se esperaba una respuesta oficial de los responsables políticos argelinos al llamamiento a la reconciliación del Soberano marroquí Mohammed VI, las primeras reacciones de la parte argelina sorprenden, aunque eran bastante previsibles.
La prensa argelina destacó que se trata de una «falsa mano extendida del Rey Mohammed VI». Esto, sin lugar a duda, deja muy claro que la reconciliación está lejos, pese a que Marruecos proclame alto y claro que el Reino no tiene intenciones hostiles hacia su vecino oriental.
Marruecos sigue manteniendo su mano tendida que Argelia rechaza, mientras que es de interés de los dos pueblos y de toda la región que se llegue a un acuerdo. Los retos que se avecinan serán quizás más difíciles de afrontar que la sucesión de crisis que estamos atravesando. El orden mundial totalmente destrozado es un buen augurio para un mundo multipolar donde solo los grandes grupos podrán valerse por sí mismos.
El comercio internacional ya no se parecerá a lo que era antes de la pandemia. La opinión pública, los Estados, buscan la soberanía porque la interdependencia, llevada al extremo, le ha costado muy caro a las economías más desarrolladas.
Si la diplomacia significa mantener el control, Marruecos ha dado muestras de un autocontrol legendario en un contexto en el que estan presentes todos los ingredientes para desestabilizar a la región mediante comportamientos impulsivos. Para disgusto de Argelia, un país muy temerario en sus decisiones, se ha topado con un Marruecos que busca construir en vez de demolir.
Las grandes potencias, asesoradas por expertos de alto nivel, se han dado cuenta de que la actitud marroquí es una oportunidad de oro, que los gobernantes de sus países deben aprovechar, ya que asistimos a un cambio de reglas a nivel geopolítico. Los líderes argelinos, dada su intransigencia, dejaron de aprovechar esta oportunidad, para fortalecer estratégicamente el peso de la región en el continente y en el mundo. Sin una «fuerte Alianza» Marruecos-Argelia, nunca habrá un Gran Magreb, ni un mercado común árabe.
Argelia dejó pasar en la última cumbre árabe la oportunidad para reengancharse y por qué no revivir la cooperación entre un mundo árabe más que nunca dividido, y sobre todo para devolverle la visibilidad a Argel en la escena diplomática internacional. Pero en lugar de revitalizar una Liga debilitada y desunida para convertirla en una fuerza árabe, la Cumbre de Argel, cavó su propia tumba al no poder reunir a los líderes más influyentes de los estados árabes, debido a la falta de gobernabilidad y «saber hacer diplomático argelino», suspendiendo así las últimas opciones del país norteafricano de levantarse de sus sucesivas debacles.
El régimen argelino, que «llama» a la no injerencia, la infiltración y el apoyo armado a separatistas, está haciendo un favor, al parecer sin querer (por incompetencia), a los grupos de poder político-militares y lobbies hostiles a la unidad del Magreb, principalmente en Francia, y en las demás grandes capitales europeas, que ejercen toda su influencia para que «las cosas queden como están», y que los dos grandes países del norte de África continúan en conflicto latente para debilitarlos y limitar su potencial.
por: Soufiane Ben Lazaar / Redactor Jefe
07-11-2022