
21-02-2022
El déficit pluviométrico experimentado este año por Marruecos ha generado una situación «alarmante» que ha provocado la reacción del Rey Mohammed VI para paliar los impactos del retraso de las precipitaciones sobre los agricultores y la población del mundo rural, señaló Abdelmonaim Abourrig, profesor de la Universidad de Ibn Zohr y miembro del equipo de investigación en innovación, finanzas y economía territorial.
“Marruecos está experimentando, desde hace diez años, una amplificación de los impactos del cambio climático, particularmente en términos de una caída continua de las precipitaciones. De hecho, el año en curso está experimentando una pluviometría media con un déficit del 64% con respecto a un año normal. Una situación alarmante, que motivó la intervención del Rey para mitigar el efecto sobre la economía nacional, en particular sobre el sector agrícola”, dijo Abourrig.
Esta iniciativa real pretende, entre otras cosas, limitar el efecto de las subidas observadas en los precios de los piensos y cereales sobre los ganaderos y agricultores, prestarles ayuda en la reprogramación de sus deudas e indemnizar a los agricultores afectados para hacer frente a las pérdidas ocasionadas por la sequía, explicó.
Abourrig, en este sentido, destacó la importancia del programa excepcional elaborado por el Gobierno, en ejecución de las directrices reales.
Este programa tiene un importe total de 10.000 millones de dirhams (MMDH), de los cuales el Fondo Hassan II para el desarrollo económico y social aporta 3.000 millones de dirhams.
De hecho, los 10 mil millones de dirhams se destinarán a la protección de los recursos animales y vegetales y la gestión de la escasez de agua, al seguro agrícola, así como al alivio de las cargas financieras que pesan sobre los agricultores y otros profesionales del sector, mientras financia operaciones para abastecer el mercado nacional con trigo y alimento para ganado e inversiones innovadoras en el campo del riego, destacó el académico.
Al mismo tiempo, Abourrig subrayó que económicamente, el año 2022 será «difícil», debido a la dependencia del crecimiento económico de la actividad agrícola.
Las medidas tomadas son cíclicas y obviamente necesarias, dijo Abourrig, quien insistió en la necesidad de reducir aún más la dependencia de la economía nacional de los riesgos climáticos, en particular a través de una estrategia nacional.
“Es por tanto importante adoptar con urgencia un plan detallado de intervención y gestión del fenómeno, basado en modelos adaptados a este contexto, teniendo en cuenta las previsiones del impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos. Modelos que permitan el desarrollo de planes de cultivos adaptados a cada situación climática», recomendó.
El experto concluyó que el Gobierno debe continuar con sus medidas para desarrollar programas de valorización y ahorro de agua a través de la promoción de cultivos de alto valor agregado, el mantenimiento de acciones que permitan la valorización de los productos agrícolas y la promoción, el estímulo y el apoyo del uso de las tecnologías de ahorro de agua.