
29-09-2021
por: Mostafa Ammadi – Catedrático/ Universidad Abdelmalek Essaadi.
Las relaciones entre Marruecos y España son una realidad dictada por la geografía y que, en consecuencia, no pueden ser ni modificadas, ni alteradas por países terceros, o por entidades ficticias que desde hace más de cuarenta años envenenan las relaciones entre países vecinos. En estos últimos días y tras las elecciones marroquíes del 8 de septiembre, celebradas con mucho éxito y en medio de una pandemia sin precedentes, se acerca ya la hora de volver a la buena vecindad con España que los ciudadanos de a pie, deseamos urgentemente y lejos de todas las hostilidades que hemos vivido y que en su conjunto se adscribieron más a una esfera de subjetividad que, por imperativo, hay que disminuir y frenar entre dos reinos como Marruecos y España.
No hace falta ya recordar a nadie que las fronteras como línea divisoria entre España y Marruecos separan, pero también unen, y pueden ser una alcántara de comprensión, estabilidad y prosperidad mutua. Tanto los ciudadanos españoles como marroquíes se enorgullecen de su legado histórico común, desde el cual se puede construir tras las últimas elecciones en Marruecos un futuro mejor para nuestras futuras generaciones.
El concepto de cooperación con España que queremos una vez formado el nuevo Gobierno en Marruecos, debe englobar una gran cantidad de acciones. En él queremos encontrar ámbitos tan variados como el fortalecimiento de los proyectos educativos, sociológicos, artísticos y culturales, asimismo, el respecto a las sensibilidades y la promoción del diálogo intercultural. Es cierto que la asimétrica capacidad cooperativa entre Marruecos y España ha privilegiado siempre y desde hace años el peso de la difusión de la cultura española en Marruecos, continuando siendo un reto la difusión de la cultura marroquí en España, con toda su riqueza y diversidad. Esperamos que con el próximo Gobierno marroquí no se trunquen y continúen adelante los proyectos, instituciones y buenos interlocutores que promueven la difusión de nuestros valores y patrimonio.
Para que nuestras relaciones bilaterales con España sean excelentes y duraderas debe haber y debe reinar la misma confianza excepcional que nos une con otros países lejanos y amigos, países que no son ni siquiera vecinos como lo es España desde hace siglos. Esta confianza sólo se puede establecer a partir de un diálogo permanente, denso y ponderado, que esté liderado por verdaderos profesionales y expertos, para no dejar prevaler cualquier idea o sentimiento subjetivo que pueda ganar terreno y conquistar fácilmente la opinión pública.
Es de sobra conocido que, en materia de cooperación entre países, los peones de un tablero de ajedrez son las piezas más numerosas, pero su capacidad de movimiento a veces es limitada. Los verdaderos gestores que han de liderar las relaciones culturales, no deben ser sólo los peones, sino los alfiles, los caballos o las torres. Con estas piezas se pueden desarrollar estrategias de altura y entre todos aprovechar las próximas reuniones bilaterales para dar jaque mate a la discordia, enfrentamiento e intransigencia. Y, afortunadamente, cada partida o reunión que se ha de celebrar debe encerrar nuevas oportunidades para respetar también nuestros propios valores (territoriales –nuestro Sáhara–, religiosos –nuestro islam–, políticos –nuestro sistema monárquico constitucional–). Llegar a construir esta relación de excepción, significaría dejar muchas de las actuales subjetividades aparte, y también renovar el alcance del actual marco de cooperación que nos une para reajustar prioridades y acciones a la realidad del turbulento siglo XXI.
Cada jeu d´échecs o partida de ajedrez, previstos en el futuro de las relaciones con España, han de ser en las próximas reuniones bilaterales una grata ocasión y una útil oportunidad para erigir y cimentar de verdad nuestra vecindad, no hagamos más trampas.