
01-07-2021
por: Soufiane Ben Lazaar – Periodista.
En medio de la crisis diplomática y migratoria entre Marruecos y España, se ha demostrado que cualquier cosa vale para justificar las “meteduras de pata” del Gobierno del país ibérico, acudiendo en especial a instrumentalizar los medios de comunicación (prensa escrita y audiovisual) para atacar y en particular, difamar y menospreciar cualquier logro marroquí.
Aunque no hay que generalizar, ha quedado demostrado que España en esta crisis ha sacado toda la artillería para usarla en contra de Marruecos, que pidió explicaciones a su vecino “estratégico” de aclarar las condiciones de recibimiento del líder del Polisario, Brahim Ghali.
Esta maquinaria de doble rasero, siempre que se trata de una crisis bilateral saca sus garras, y empieza a linchar al Reino, sus funcionarios, Gobierno y Jefe de Estado, sin remordimientos ni respeto a la ética de la profesión. Esto nos lleva a reflexionar sobre la siguientes preguntas ¿por qué se intenta sacar todos los trapos sucios de Marruecos en tiempos de crisis? ¿Acaso dichas cuestiones no estaban ahí antes? ¿Por qué en este momento exactamente?
Multitud de periódicos españoles lamentablemente siguen con la idea colonial y el pensamiento de superioridad a la hora de tramitar cuestiones sobre el Reino de Marruecos, especialmente en épocas de crisis. Evidentemente Marruecos no es un santo, ni la prensa española ni España es un maestro en democracia ni referencia en libertad de prensa.
Tomamos como ejemplo de dichas prácticas al periódico “El País”, cuyos corresponsales o redactores no escatimaron esfuerzos en esta crítica crisis en “explotar” para no decir “abusar” de sus “fuentes privilegiadas” que usa como “cebo” para influir en su audiencia y crear una controvertida opinión pública.
Cabe mencionar que la prensa española a la hora de “exponer” artículos o entrevistas cuyos “héroes” son opositores al sistema marroquí, no ayuda a dichos entrevistados, que se convierten en personas no gratas para parte de la ciudadanía y el sistema, al mismo tiempo que se convierten en “objetos desechables” manipulados sin su conciencia.
Con estos métodos, la prensa española traiciona los “principios del periodismo” basados en la transparencia y de contar “toda la verdad”, y no una “sola parte de la verdad” como ha ido adoptando en la última crisis.
Y para lograr un equilibrio, la prensa marroquí no se salva de estas denigrantes prácticas. Hay una gran diferencia entre las instituciones e identidades periodísticas de los dos reinos. Sería injusto comparar la prensa española con la marroquí con respecto a (organigrama – presupuesto y financiación – audiencia y situación de los propios periodistas), pero aun así la prensa marroquí, especialmente los medios más leídos (Hespress, Le360…) deberían frenar un poco en la «venta de humo» a sus lectores.
Las «victorias ficticias» el «sensacionalismo excesivo» y las «columnas patrióticas», han dominado la prensa marroquí desde el pasado mes de abril, con el fin de involucrar a todo un país detrás de una crisis en la que salen perdiendo las dos partes.
Nadie puede negar hoy en día la fuerza de la diplomacia marroquí en la región, hay quien la sitúa entre las 10 mejores diplomacias en el mundo, gracias a su dinámica, pragmatismo y la experiencia que ha ido adquiriendo en defensa de sus causas primordiales, apoyada por sus aliados. Marruecos propone soluciones para el conflicto del Sáhara, comparte experiencias con los países africanos, vela por la estabilidad de sus vecinos (Diálogo libio) y goza de un gran respeto del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG, siglas en inglés).
La prensa en los dos estados se están dando cuenta de los «cambios de equilibrio» que se avecinan en la región, especialmente tras el reconocimiento de la administración Trump de la soberanía marroquí sobre el territorio del Sáhara y las oportunidades que se abren a raíz de este reconocimiento. Han identificado «materia prima» a nivel periodístico para desarrollar con esta crisis, que genera ventas e ingresos, clics, nuevos seguidores en redes sociales, etc., olvidándose de que el periodismo en primer lugar, es una causa y no un fin para el enriquecimiento. También lo que están logrando estos medios de comunicación es plasmar una sensación de odio hacia la otra parte, y los ataques racistas sufridos por la comunidad marroquí en España últimamente hablan por sí solas.
El periodismo es una vocación y jamás se debería usarse como un portavoz del poder, porque sin periodismo no hay democracia. Aunque los involucrados en el mundo del periodismo saben que no existe una prensa libre en todo el mundo, por razones exclusivamente económicas. Las empresas deben sobrevivir y su supervivencia está condicionada a cambio de «favores». Con estas prácticas, donde la prensa divide en vez de unir a dos países vecinos, los periodistas deberíamos sentir vergüenza a la hora de recordar lo que dijo el gran Gabriel García Márquez, cuando calificó al periodismo como «el mejor oficio del mundo».