09-06-2021
España está jugando la carta de la solidaridad europea contra Marruecos en su crisis con el Reino, dijo el miércoles el politólogo Mustapha Tossa.
Cuando el enfrentamiento entre Rabat y Madrid había llegado a un «peligroso callejón sin salida», Madrid no había respondido a esta crisis bilateral para encontrar una solución en un marco restringido, subraya el politólogo en un análisis titulado «Cuando España juega la carta de la solidaridad europea contra Marruecos».
Las autoridades españolas, con la esperanza de presionar a Marruecos, intentaron transformar este enfrentamiento político en un tema de crisis con Europa en un contexto de ansiedad migratoria, dijo, señalando que este deseo de europeizar una crisis bilateral es parte del “arsenal de guerra» de España contra Marruecos.
La tensión que acaban de vivir las relaciones entre Marruecos y España ha puesto a prueba duramente el principio de solidaridad europea combinado con los intereses nacionales de cada uno de los países miembros, apunta el politólogo. «Europa sólo salió realmente de su reserva cuando el Gobierno de Pedro Sánchez se jugó la carta de la pesadilla migratoria», añade Tossa, criticando a una parte de la prensa española motivada por el histórico ajuste de cuentas con matices xenófobos.
Para el politólogo, Madrid jugó de lleno la carta del miedo migratorio para condenar a Marruecos y hacerle cargar con toda la culpa de esta crisis.
«Su objetivo no era tanto defender una protección europea común contra las redes de la inmigración clandestina como construir un camuflaje político y mediático con el fin de ocultar las quiebras de su gestión del caso Brahim Ghali que hicieron caer las máscaras de su duplicidad con respecto a Marruecos», sostiene.
El mismo prosiguió que esta crisis ha provocado, por otra parte, muchas protestas en el seno de la clase política española, algunas voces influyentes han pedido la dimisión de la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, debido a la incapacidad política y diplomática y al fracaso para manejar esta tensión con un país vecino tan importante como Marruecos.
Ante esta crisis, algunos países europeos estaban claramente divididos entre su solidaridad orgánica con España, cuya pertenencia a la Unión Europea (UE) comparten, y sus relaciones estratégicas y especiales con Marruecos, señala Tossa.
Para el politólogo, la verdadera pregunta que suscita el debate es la siguiente: ¿cómo es que el conjunto del espacio europeo puede ponderar la vitalidad de sus relaciones con Marruecos simplemente porque una parte del poder español, mínimo y activo, activista y militante, le ha resultado útil pisar el pedal de su antagonismo con Marruecos?
Las agendas e intereses españoles no coinciden necesariamente con los de los franceses, italianos o belgas. Y, sin embargo, en nombre de la solidaridad europea, todos estos países están llamados a igualar la temperatura de las relaciones deseada por España, añade. “Además, sería arriesgado, incluso peligroso, que estos países europeos se dejaran arrastrar por esta tormenta entre Marruecos y España”, advierte.
Pero esta crisis, observa Tossa, también puede ayudar a generar un ejercicio de aclaración. A pesar de las apariencias y de los múltiples artificios del Gobierno español para distraer la atención, los países de la UE saben que la raíz de la crisis entre Rabat y Madrid no tiene nada que ver con cuestiones migratorias sino con la cuestión del Sáhara.
A Marruecos le gustaría que sus aliados europeos se alinearan con la posición estadounidense para acabar definitivamente con esta disputa territorial deseada por Argel. “Sin embargo, señaló no solo una gran vacilación que nada justifica oficialmente, sino también un peligroso doble juego por parte de algunos que aspiran a apostar y ganar en todos los frentes”, concluye.