04-06-2021
Marruecos necesita una revolución empresarial capaz de explotar sus yacimientos de prosperidad excepcionales, indicó, el jueves en Casablanca, Ahmed Reda Chami, miembro de la Comisión Especial sobre el Modelo de Desarrollo (CSMD).
«Para explotar plenamente sus excepcionales yacimientos de prosperidad y alcanzar un nuevo nivel de crecimiento, Marruecos necesita una revolución empresarial», subrayó Chami durante una reunión dedicada a la presentación, del informe sobre el Nuevo Modelo de Desarrollo (NMD).
Entre estos yacimientos de prosperidad, Chami destacó el capital natural (minas, capital energético, capital agrícola y forestal, la economía azul, química verde y cosmética sostenible), y el inmaterial del Reino (digital offshoring y turismo, las industrias culturales y creativas, la artesanía y servicios a las empresas).
También se refirió al posicionamiento geoestratégico del Reino (movilidad sostenible, biomédica, electrónica, robótica y objetos conectados, textil y mobiliario eco-responsables) y su mercado interior (comercio y servicios de proximidad, servicios colectivos, oficios de construcción, servicios financieros, industrias domésticas, economía social y solidaria, industrias de soberanía, telecomunicaciones y transporte y logística).
Por lo cual, Chami enfatizó en la modernización del tejido económico, para que sea formalizado, competitivo y productivo, la diversificación para introducir nuevas actividades y nuevas competencias, y mejorar la cualidad para aumentar el valor local y la internacionalización a fin de orientar las empresas hacia la exportación.
Además, señaló que el NMD quiere crear las condiciones para una aceleración muy fuerte del crecimiento, que debería alcanzar el 6% en promedio, para crear suficientes empleos de calidad y financiar las grandes ambiciones del NMD, especialmente en los sectores sociales.
La mejora de la calidad del crecimiento es necesaria para el desarrollo inclusivo y durable, dijo, precisando que este crecimiento debe ser más eficiente, y esto al depender más de las ganancias de productividad con una mejor asignación de la inversión a las capacidades productivas y una mayor contribución del sector privado.
Este crecimiento, prosiguió, también debe ser más resiliente, con una base productiva más diversificada y rica en empleos, especialmente formales, cualificados y femeninos, señalando que debe igualmente repartirse más equitativamente entre los ciudadanos y entre las regiones, explotando todas las posibilidades económicas de los territorios.