31-05-2021
por: Dr. Mustapha Ouzir – Profesor investigador en las relaciones Marruecos, España y América Latina.
Traducción: Marruecom
Las relaciones entre Marruecos y España han sido testigos de violentas fisuras desde 2018. Éstas han surgido últimamente cuando el Gobierno socialista español permitió al Jefe de la organización militar del Frente Polisario entrar a su territorio para hospitalizarse tras haber sido contagiado con el coronavirus.
Se puede decir que la frialdad entre ambos países se explica a partir de la acumulación de varios acontecimientos que no se entendieron en su momento, vista la ausencia de las indicaciones que presagiarían una ruptura en las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos. Cosa que refleja el mal entendimiento que reina en las interacciones entre sendos partes, sobre todo en las cuestiones estratégicas que eran y siguen siendo un tema de conflicto antiguo entre los dos reinos.
Podemos entender que el aplazamiento continuo de la reunión de alto nivel entre los dos países, donde se espera despejar los horizontes del tema de la migración, la seguridad, y la lucha contra el terrorismo no ha sido el factor crucial que aumentó la tensión en sus relaciones bilaterales, sino que la cosa superó eso cuando el Reino marroquí señaló públicamente su intención de determinar su espacio marítimo que está bajo su soberanía, incluidas las aguas de la costa del Sáhara marroquí hasta las fronteras de Mauritania.
Pasos así no habrían podido suceder sin que el vecino del norte interviniera de manera que refleja su verdadera postura de su relación con Marruecos. Un país que ha demostrado la eficacia de sus políticas en muchos asuntos internacionales y que se considera un socio estratégico de la unión europeo.
Dicho cambio claro en la estrategia de Marruecos a nivel político, diplomático, económico, así como en el plano de la seguridad multilateral, ha creado un cierto pánico en el vecino septentrional sobre el peligro de otro paso que afectaría negativamente la cohesión frágil de la península ibérica como la reivindicación de su derecho a Ceuta y Malilla y las islas Chafarinas asaltadas.
Sin embargo, la aceleración de los sucesos en la zona del norte de África y la vuelta de Argelia a la protesta que llama a eliminar la Junta Militar Gobernante y abrir el Sáhara al mundo mediante la inauguración de consulados de muchos países, la culminación de dichos esfuerzos con el reconocimiento explícito del Gobierno de los Estados Unidos a propósito de la marroquineidad del Sáhara y la seriedad de la propuesta de la autonomía que daría a la población saharaui la posibilidad de gestionar ellos mismos sus propios asuntos, influyó sobre los encargados de tomar las decisiones tanto en Madrid como en Argelia, podiendo causar así una recesión en sus aspiraciones a nivel del control del comercio africano, así como su codicia incesable aprovechando los bienes y los recursos del Sáhara a través del conflicto provocado y excesivamente prolongado.
Sin ninguna duda, el hecho de que el Gobierno español ha provocado a Marruecos al permitir al Jefe de la organización militar del Frente Polisario, responsable de graves violaciones de los derechos humanos ejercidas sobre ciudadanos marroquíes, españoles, mauritanos, y coreanos entres otros gracias a la ayuda y el encubrimiento de Argelia siendo incubadora de los campamentos de Tinduf, ha sido una respuesta directa a todas las causas anteriormente mencionadas que ayudaron a Marruecos a desempeñar un papel crucial en las cuestiones de carácter internacional.
El intento de torcer el brazo a Marruecos con la acogida de una persona rebuscada por la justicia española con la intervención argelina de alto nivel demuestra la intención del vecino del norte traducida en malos tratos hacia su socio del sur con el fin de obtener exenciones en cuestiones de interés común. Marruecos declaró anteriormente que no iba a asumir los cargos solo, así como expresó su disponibilidad para entrar en una nueva etapa del trabajo participativo con el propósito de resolver las problemáticas de carácter internacional rechazando jugar el papel de un gendarme para los demás.
Se puede asegurar que el hecho de permitir la entrada de Brahim Ghali, el jefe del frente separatista Polisario no es más que una trampa tramada entre un aliado y un hermano con la intención de dañar los intereses vitales de Marruecos y darle una lección dura para que no se atreva otra vez a opositar a los vecinos, así como intentar obligarle a rehacer sus cálculos en varios de los dossiers calientes que incluyen en primer lugar el conflicto provocado en el Sáhara marroquí.
En un paso sorprendente, la sociedad política no gobernadora ha apoyado la integridad y la legalidad de la actitud de Marruecos con respecto a las decisiones diplomáticas españolas absurdas frente a las demandas de Marruecos a ejercer su soberanía sobre todo su territorio saharaui e imponer la ley internacional por los crimines cometidos en los campamentos de Tinduf en el suroeste de Argelia en manos de líderes sádicos que no saben más que matar, secuestrar, torturar, así como ejercer la desaparición forzada, la mutilación corporal, y la exterminación de grupos étnicos por enemistades históricas además de cometer actos racistas contra las mujeres, los niños y las personas de color que aún viven bajo un sistema de esclavitud extinto.
No obstante, la fuerza de la postura marroquí y la honestidad de sus opiniones y sus reacciones ante los intentos de España de suavizar lo peligroso que es acoger al Jefe del Polisario describiéndolo como acto humanitario, se contrasta con la inestabilidad de las posiciones del vecino del norte acerca de la crisis actual, después de que el Ministerio de asuntos exteriores español declarara la legalidad de los tramites tomados para acoger al Jefe del Polisario en su territorio por causas humanas. Luego hubo un avance en la posición española en relación con la intención del vecino del norte de respetar su sistema judicial en caso de abrir una investigación judicial para escuchar a su invitado no deseado. Sin embargo, los políticos españoles han vuelto a la primera posición afirmando que las puertas están abiertas a su huésped después de curarse y que confían en que Brahim Ghali responda a las solicitudes de la justicia española tras llegar a la base trasera de Argelia, que se considera una zona militar cerrada, fuera del radar de control internacional de derechos humanos.
Vistos los desastres que enfrentó el Gobierno socialista español ante el poderío del coronavirus, la fragilidad y la corrupción de las élites políticas, además de su fracaso en luchar contra los llamamientos populares separatistas de la península ibérica, España siguió cometiendo adrede los errores para provocar un vecino y un socio estratégico que confía en la sociedad internacional y traza sus movimientos con cautela, haciendo así caso omiso sus compromisos internacionales y continentales que tienen un fuerte vínculo con la migración, la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la construcción de la paz y la seguridad internacionales y el respeto de los derechos humanos universales. Cosa del cual España no puede protegerse de sus graves consecuencias en el futuro, sobre todo sabiendo que Marruecos rechaza seguir a unas alucinaciones colonialistas que se apoderan del imaginario del vecino del norte con la intención de resucitar un pasado deshonorado desde la dolorosa época de las inquisiciones.