20-05-2021
«Con decisiones arriesgadas y posiciones chapuceras», España «juega con fuego y pone en peligro a toda Europa», al proteger a un criminal hostil a la integridad territorial de Marruecos, una cuestión que, sin embargo, le interesa mucho cuando se trata de su propio territorio, dijo el experto y analista político paraguayo, Ignacio Martínez.
“España quiere poner en peligro a Europa. Está jugando con fuego al proteger al líder de los separatistas del Polisario», dijo a la agencia MAP el analista político, para quien es difícil encontrar otra explicación a esta «injerencia indirecta deliberada y flagrante».
Para Ignacio Martínez, también periodista, “Marruecos tiene toda la razón al expresar su malestar con España, que tiene una responsabilidad con Europa, como puente que une en muchos aspectos el viejo continente con África”.
«España pone en peligro su propia seguridad. La crisis entre Rabat y Madrid puede empeorar debido a la falta de visión estratégica del país europeo», lamentó.
“El Sáhara es una cuestión de Estado para Marruecos. Es por ello que Marruecos está trabajando por todos los medios para encontrar una solución duradera en el pleno respeto del derecho internacional y su soberanía indivisible”, subrayó el periodista.
Recordando “el alcance de los éxitos diplomáticos alcanzados por Marruecos durante el último año”, el experto paraguayo lamentó que España «intente poner obstáculos a la diplomacia marroquí que trabaja por una solución definitiva a un conflicto artificial que ha durado demasiado».
España ha iniciado un episodio deplorable que socava una cooperación que se ha construido pacientemente durante mucho tiempo al decidir dar la bienvenida a Brahim Ghali, acusado de crímenes atroces en España, dijo Martínez.
El Gobierno español, que invoca «razones humanitarias» para justificar el extraño error, está en «connivencia con los separatistas hostiles a Marruecos», indicó Martínez, señalando que España ha hecho caso omiso de las advertencias emitidas por su propia sociedad civil, preocupada por la paz y el desarrollo en la región del Mediterráneo.
Según él, se trata de un gesto que contradice los principios de buena vecindad y asociación privilegiada entre los dos países.