
26-04-2021
por: Soufiane Ben Lazaar
Marruecos se encuentra rodeado de enormes desafíos debido a la afluencia de inmigrantes africanos hacia su territorio. La necesidad legal, los derechos humanos, los acuerdos ratificados por Marruecos con la Unión Europea, la presión sobre los recursos del país en esta complicada pandemia y la necesidad de mantener una buena relación con los vecinos africanos y europeos son cuestiones que ponen Marruecos ante elecciones difíciles.
El Reino ocupa un lugar central en la política europea destinada a contener a los inmigrantes ilegales. Desde 2018, la Unión Europea ha pagado 343 millones de euros en ayudas al Reino, en particular para la formación de la policía.
Los últimos dos incidentes registrados ayer, uno en Ceuta y el otro en Melilla, si le añadimos las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos Nasser Bourita, en relación a que Marruecos «no puede jugar el rol de Gendarme para los países europeos», es sinónimo de que los roles han cambiado o por lo menos han cambiado para Marruecos.
Los esfuerzos de Marruecos
La Unión Europea junto a España tienen que tomar muy en serio las políticas adoptadas por el Reino en este ámbito, ofreciendo propuestas reales basadas especialmente en contribuciones suficientes para limitar la inmigración desde el origen. Marruecos se ha sumergido desde 2014 en un enfoque político excepcional en el campo de la migración, abriendo la puerta al asentamiento de los migrantes en su territorio, convirtiéndose en país de acogida en vez de país de tránsito. Esta operación se ha acelerado de forma significativa desde mediados de diciembre de 2016.
Marruecos, ha adoptado este nuevo plan político y estratégico para una fuerte concentración especialmente en África, su necesidad de garantizar la amistad de los países africanos y de descifrar todos los dilemas de seguridad en el marco de su enfoque proactivo, y teniendo en cuenta sus obligaciones en virtud del derecho internacional, y su aprecio por el aspecto humanitario y solidario.
Referente a España, Fernando Grande Marlaska, ministro del Interior español, había revelado en su última visita a Rabat, que los dos estados habían «determinado diversas medidas para continuar trabajando en la lucha contra la inmigración ilegal y las organizaciones criminales», en el contexto de afrontar la presión migratoria y la nueva situación resultante de su giro hacia las costas del Atlántico, después de que se concentrara tradicionalmente en las costas del estrecho y el mar Mediterráneo.
Estas política y medidas no tendrán éxito a menos que los países de origen y los países de tránsito estén involucrados al 100% y no escatiman esfuerzos económicos en su implementación.
Propuesta Europea
Según un documento al que ha tenido acceso «El País», la Unión Europea está dispuesta a poner más fondos sobre la mesa y propuestas a largo plazo si Marruecos acepta sus nuevas demandas sobre migración. Marruecos ha realizado importantes esfuerzos para gestionar los flujos migratorios y evitar las salidas irregulares a España, especialmente tras el importante apoyo proporcionado en 2018.
Rabat exige que la UE reconozca su papel fundamental en el escenario migratorio europeo. En este sentido, los 27 países de la Unión «están dispuestos a poner más dinero, a cambio de aceptar sus peticiones».
La primera propuesta europea exige un esfuerzo por parte de Marruecos para facilitar el regreso de sus inmigrantes ilegales establecidos en los distintos países europeos, a cambio de un incremento de las ayudas que se prestan al Reino.
La segunda consiste en que Marruecos readmite a inmigrantes de terceros países a cambio de una política de visados más favorable para los marroquíes.
Y por último, la UE desea fortalecer el intercambio de información con Marruecos y la cooperación judicial y operativa contra la trata de personas, además de recomendar a Marruecos a adoptar la ley de asilo, para cooperar con la Agencia Europea de Asilo (EASO).