A pesar de ser el país más grande de África por superficie y el segundo más poblado de ese continente con casi 45 millones de habitantes, Argelia reporta un incremento en la pobreza y un deterioro social y económico que empuja a sus habitante a pedir un cambio.
“No estoy satisfecho”, es el lema de la campaña electrónica que promueven varios activistas argelinos. Según el medio Barlamane, los activistas exigen que el ejército regrese a su papel natural de proteger las fronteras y establecer la seguridad, y que dejen la administración estatal a los civiles. La campaña viralizada en redes bajo el hashtag en árabe #Manish_Radi, comparte videoclips de ciudadanos que exigen el fin del gobierno militar y la mejora de las condiciones sociales.
Una de las principales quejas ciudadanas es respecto a la política contra las importaciones para preservar las divisas, que provocó una escasez de materiales básicos como automóviles, dispositivos electrónicos y productos alimenticios, que empeoró la situación para los comerciantes y produjo una alta inflación. A l vez que aumentó el desempleo y cayó el valor del dinar argelino.
Cabe recordar que desde 2019, Argelia vivió una ola generalizada de protestas que fueron recibidas con una severa represión. Cientos de activistas fueron arrestados, mientras que otros se vieron obligados a huir fuera del país, sin embargo, el reciente llamado al cambio en redes sociales muestra que la insatisfacción social ha aumentado.
Las protestas de 2019, que lograron la renuncia del líder argelino Abdelaziz Bouteflika, fueron desahuciadas de esperanza rápidamente. El régimen militar, eliminó esas aspiraciones a través de medios represivos contra los insatisfechos y aprovechó la pandemia de 2020 como pretexto para endurecer las restricciones severas a las manifestaciones y arrestaron a figuras clave del movimiento.
Informes de Amnistia International denuncian que cientos de activistas, periodistas y manifestantes pacíficos han sido detenidos bajo acusaciones ambiguas como “atentar contra la seguridad del Estado” o “difundir noticias falsas”. Incluso, asociaciones civiles como la Liga Argelina de Derechos Humanos o el Rassemblement Actions Jeunesse (RAJ), han sido disueltas sin razones claras y medio internacionales han dado a conocer detenciones arbitrarias y procesos judiciales poco transparentes. Uno de los recientes es el del escritor franco-argelino Boualem Sansal, encarcelado en Argelia desde mediados de noviembre por poner en peligro la seguridad del Estado.
Las elecciones presidenciales de setiembre de 2024, consolidaron el régimen militar. Aunque analistas y organizaciones internacionales denunciaron que el proceso electoral careció de transparencia y garantías mínimas, el proceso se efectuó tal y como las autoridades argelinas lo dispusieron. No obstante, el país en general sufre un deterioro económico y social en ascenso, marcada principalmente por el inmovilismo político, la corrupción y la falta de libertades fundamentales.
Debemos destacar que las autoridades electorales argelinas informaron que menos de seis millones de los 24 millones de votantes del país habían acudido a las urnas, poniendo en duda que el régimen actual cuenta con un apoyo popular.
Datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) a setiembre de 2024 indican que la juventud argelina, que constituye la mayoría de la población sufre desproporcionadamente la pobreza y el desempleo. En Argelia más del 44% de la población tiene menos de 25 años y el porcentaje de paro juvenil supera el 31%. La inflación esta por encima del 9% cuando en 2019, según el FMI, fue de 2% y las reservas de divisas han caído aproximadamente hasta los 67 mil millones de dólares cuando hace una década esa cifra superaba 192 mil millones.
Es así que el empeoramiento económico, social y la represión, motivan a los activistas a intentar un cambio desde las redes sociales que se está popularizando de forma acelerada y que esperar cuáles serán sus resultados.
18/12/2024