En el tablero económico del norte de África, Marruecos juega hoy una partida que combina estrategia, paciencia y visión. En apenas diez años, el país ha duplicado —y algo más— sus importaciones de bienes de equipo, pasando de 77 mil millones de dirhams en 2014 a casi 179 mil millones en 2024. Detrás de estas cifras vertiginosas hay más que un auge comercial: se perfila el retrato de una nación que redefine su identidad industrial.
Lo que empezó como un proceso de modernización del tejido productivo se ha transformado en una mutación estructural. Sectores como el automóvil, la aeronáutica, la energía o la electrificación han empujado a Marruecos hacia una nueva frontera tecnológica. En esta década, el Reino ha pasado de importar maquinaria básica y componentes eléctricos a demandar sistemas complejos, motores de alta precisión y partes aeronáuticas: el lenguaje de una industria que piensa en grande.
Una década de expansión sostenida
El salto no ha sido un capricho coyuntural. Cada año ha sumado nuevas capas de inversión, tanto pública como privada, dirigidas a fábricas más automatizadas, producción más limpia y cadenas logísticas más inteligentes. En 2024, solo las importaciones de equipos industriales crecieron un 13% respecto a 2023, impulsadas por la reactivación de proyectos de infraestructura y energía.
Durante los primeros meses de 2025, la tendencia se mantiene con un vigor que sorprende incluso a los más prudentes: casi 14% de incremento respecto al año anterior. Las cifras, sin embargo, no cuentan toda la historia. Lo esencial está en la transformación del contenido de esas importaciones.
Del taller mecánico a la factoría digital
En 2014, el corazón de las compras industriales marroquíes estaba dominado por materiales eléctricos simples, motores de combustión y cables. Diez años más tarde, ese paisaje ha cambiado. Las partes de aviones se han colado entre los principales bienes importados, seguidas de motores de nueva generación, maquinaria automatizada y equipos de comunicación avanzada.
La industria aeronáutica, que hace una década era apenas un proyecto de futuro, se ha convertido en un emblema de esta nueva etapa. Las piezas para aeronaves y sistemas espaciales representan ya una parte significativa de las importaciones y reflejan la integración creciente del país en las cadenas de valor globales.
Paralelamente, el sector automotor acelera su reconversión hacia la electromovilidad. Las alianzas con grupos internacionales —Renault a la cabeza— buscan fabricar vehículos eléctricos antes de 2030, y ello exige maquinaria más sofisticada y competencias más técnicas.
Una modernización que combina ambición y método
Esta “segunda industrialización” marroquí no se resume en comprar más, sino en comprar mejor. Detrás de cada cifra hay una estrategia que apuesta por la diversificación de los sectores, la digitalización de los procesos y la consolidación de clústeres industriales.
La lógica es clara: convertir a Marruecos no en un simple ensamblador, sino en un fabricante autónomo con valor añadido. Cada equipo importado —ya sea un brazo robótico o un sistema de control electrónico— es una pieza más en la construcción de un ecosistema productivo que aspira a competir en la liga de la alta tecnología.
Hacia un modelo industrial con sello propio
El avance de la última década se traduce en un cambio cultural: el país ya no se mira solo en el espejo de la mano de obra barata, sino en el del conocimiento técnico. En los parques industriales de Casablanca, Kenitra o Tanger Med, los ingenieros jóvenes hablan tanto de automatización como de sostenibilidad.
En definitiva, el nuevo perfil de las importaciones marroquíes no refleja dependencia, sino dirección. Marruecos compra tecnología hoy porque proyecta producirla mañana. La suya es una industrialización que va dejando atrás la era del ensamblaje para adentrarse en la de la innovación.
Si la primera revolución industrial se alimentó de carbón, la siguiente —la marroquí— se nutre de circuitos, software y visión a largo plazo. Y aunque las cifras sean espectaculares, lo realmente relevante es la confianza: la de un país que ha decidido fabricarse su propio futuro, tornillo a tornillo.
10/11/2025








