Durante la conferencia regional organizada por el Foro Marroquí de Jóvenes Periodistas en coordinación con la Red Magrebí por la Libertad de Medios, el periodista y activista argelino Oualid Kebir abordó uno de los temas más sensibles del panorama mediático actual: el papel de los medios en los conflictos regionales y su responsabilidad ética frente a la polarización política que atraviesa el Magreb.
En este contexto, Kebir afirmó que “el periodismo ya no es un lujo ni un adorno del discurso público, sino un campo de batalla de la conciencia y una herramienta para construir el futuro magrebí compartido”. Según explicó, los medios de comunicación han dejado de ser simples espejos de los acontecimientos para convertirse en “actores políticos y culturales que influyen en la opinión pública y modelan las relaciones regionales, sea de forma deliberada o no”.
El periodista lamentó, sin embargo, que ese papel de influencia se haya visto acompañado por “una degradación ética y profesional en algunos contextos nacionales, donde se han desvanecido las fronteras entre la información y la propaganda, entre la cobertura periodística y el discurso de incitación”. En su análisis, recordó que en los últimos años “parte de la prensa en algunos países de la región se ha transformado en un brazo portavoz de las crisis”, lo que pone en riesgo la credibilidad del periodismo como servicio público.
Refiriéndose al caso de su propio país, Kebir destacó las contradicciones del nuevo marco legal adoptado en Argelia, subrayando que “En 2023 se aprobó una nueva ley de prensa con principios positivos en apariencia —protección de los periodistas, lucha contra las noticias falsas y fomento del pluralismo— pero que en la práctica se vulnera de manera sistemática, especialmente en los temas regionales y, en primer lugar, en lo relativo a las relaciones con Marruecos”. Según denunció, el servicio público argelino, que debería expresar la pluralidad de la sociedad, “se ha convertido desgraciadamente en una tribuna oficial para atacar cada día a un país hermano, en contradicción flagrante con el espíritu mismo de la ley”.
Kebbier ilustró este deterioro ético con ejemplos recientes, como el silencio de los medios oficiales argelinos tras la victoria de la selección marroquí sub-20 en la Copa del Mundo. Mientras “las grandes agencias y cadenas internacionales celebraban este logro histórico para África y el mundo árabe, los medios argelinos optaron por un silencio absoluto, una forma de apagón informativo que contradice la esencia misma del periodismo”.
En el plano diplomático, el periodista subrayó que, pese a que el Consejo de Seguridad de la ONU ha considerado la iniciativa marroquí de autonomía como “una solución seria, realista y duradera”, ciertos sectores mediáticos en Argelia siguen “reproduciendo el discurso de la Guerra Fría, como si el tiempo se hubiera detenido en los años noventa”.
En contraste, elogió la postura de los medios públicos marroquíes, que a su juicio “han demostrado madurez al combinar la defensa de la soberanía nacional con el respeto a la legitimidad internacional”. Kebir afirmó que “la prensa pública en Marruecos se ha convertido en un modelo de profesionalismo: firme, pero no agresiva”, destacando que incluso en el contexto de ruptura diplomática, “los medios marroquíes no han caído en la tentación de responder con la misma hostilidad que la prensa oficial argelina”.
El testimonio de Walid Kebir abre un debate profundo sobre el futuro del periodismo en el Magreb: entre la presión política y la exigencia ética, entre la propaganda y el derecho de los ciudadanos a una información libre, veraz y plural. En un momento en que las transformaciones tecnológicas y geopolíticas redefinen la región, su mensaje resuena con urgencia; el verdadero desafío del periodismo magrebí no es solo informar, sino también contribuir a un porvenir compartido basado en la verdad y el respeto mutuo.
Abdelhalim ELAMRAOUI
04/11/2025









