La resolución 2797 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada el 31 de octubre de 2025, consagra el plan de autonomía bajo soberanía marroquí como la solución más creíble, viable y duradera al diferendo del Sáhara. Con 11 votos a favor, ninguno en contra y tres abstenciones, de Rusia, China y Pakistán, el texto redactado y presentado por Estados Unidos representa un punto histórico en el reconocimiento internacional de la legitimidad de Marruecos y en la consolidación de su diplomacia.
En el complejo entramado del Consejo de Seguridad, donde basta un solo veto de las cinco potencias permanentes (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China) para bloquear cualquier resolución, las abstenciones de Moscú y Pekín adquieren un significado político de gran peso. No son gestos de oposición, sino señales calculadas que confirman que ninguna potencia internacional quiso obstaculizar la aprobación del texto. Se debe tomar en cuenta que en diplomacia multilateral, el silencio vale tanto como la aprobación cuando se trata de preservar equilibrios estratégicos y enviar mensajes implícitos.
En este contexto, el internacionalista Khalid Chiat, en una consulta de Marruecom, explica que las abstenciones de Rusia y China “constituyen una posición positiva”, ya que, aunque ambas potencias podían ejercer su derecho de veto, eligieron no bloquear la resolución. «No hubo potencias internacionales que se opusieran al texto, y aunque ambas podrían haber ejercido su derecho de veto, consideran que esta resolución abre una vía real hacia la paz. Su postura tiene, por tanto, una naturaleza política dirigida a Estados Unidos, como autor del texto, y no contra Marruecos”, aseguró el experto.
En efecto, tanto Rusia como China habían expresado en las semanas previas su apoyo al principio de soberanía de los pueblos y su reconocimiento del plan marroquí como una opción viable para resolver el conflicto. La abstención, en ese contexto, funcionó como una forma de equilibrio diplomático: mantener su distancia formal respecto a Washington, pero sin contrariar la dirección del consenso internacional que se inclina claramente hacia Rabat.
El hecho de que no existan votos en contra en una cuestión históricamente sensible y geopolíticamente cargada refleja la amplitud del consenso global alrededor de la propuesta marroquí. Lejos de ser un gesto de ambigüedad, las abstenciones de Moscú y Pekín consolidan el aislamiento de las posturas contrarias y fortalecen la legitimidad del Reino dentro del sistema multilateral.
Según Chiat, la resolución adoptada es un avance diplomático favorable para el Reino y destaca como el texto aprobado «define un marco y un método». El analista comenta que el marco general de la solución tiene una naturaleza específica al situarse «bajo el techo de la autonomía marroquí, basándose en los mecanismos y herramientas que Marruecos ha propuesto» y sigue proponiendo para la aplicación del concepto de autonomía. Entre tanto, el método «es un enfoque negociador que abarca la posibilidad de propuestas y visiones de todas las partes implicadas». Se trata, entonces, «de una solución negociada que reúne a todas las partes concernidas, directa o indirectamente, bajo la orientación de Estados Unidos”, ha afirmado.
De esta manera, Marruecos emerge de esta votación con un respaldo diplomático sin precedentes. Su plan de autonomía ha resistido el paso del tiempo, y es ahora reconocido como la única base viable para una paz duradera. Más allá del texto aprobado, lo que se consolida es la visión de un país que ha sabido construir, con paciencia y estrategia, una política de Estado basada en la estabilidad, el desarrollo y la unidad nacional, una visión que incluso las potencias abstencionistas, en su silencio diplomático, han terminado por avalar.
María Angélica Carvajal
01/11/2025






									 
					


