La confrontación entre Estados Unidos y Venezuela ha elevado su tono, tras los recientes ataques confirmados por Washington contra embarcaciones en aguas del Caribe. El presidente estadounidense Donald Trump aseguró que sus fuerzas han destruido tres lanchas que transportaban drogas y vinculó directamente a Caracas con redes de narcotráfico. La Casa Blanca sostiene que se trata de una operación para “proteger la seguridad nacional” frente a cárteles vinculados, según sus acusaciones, al denominado Cartel de los Soles.
Mientras que el gobierno venezolano de Nicolás Maduro, en cambio, denuncia que se trata de una agresión deliberada que busca justificar una escalada bélica. Maduro acusó a Estados Unidos de violar el derecho internacional tras el presunto abordaje de un buque pesquero con nueve tripulantes, retenidos durante ocho horas por marines estadounidenses. En sus declaraciones, Maduro afirmó que las comunicaciones bilaterales están “deshechas” y que su país está preparado para pasar a una “lucha armada” si se concreta lo que calificó como una invasión.
Este cruce de acusaciones ha elevado la tensión en toda la región. Los vecinos caribeños y sudamericanos observan con alarma el despliegue militar de EE.UU. y la movilización de tropas venezolanas. Según Caracas, más de 2,5 millones de efectivos, entre militares y milicianos, han sido activados para la defensa nacional. Washington, por su parte, ha reforzado su presencia naval y aérea, con cazas F-35 desplegados en Puerto Rico, enviando un claro mensaje de disuasión.
Un nuevo episodio ocurrió el 15 de septiembre, cuando Estados Unidos anunció un segundo ataque contra un buque que, según Trump, transportaba cocaína y fentanilo hacia territorio norteamericano. El mandatario aseguró tener “pruebas” de la operación y difundió imágenes del impacto, en las que se observa la explosión de la embarcación en aguas caribeñas. Tres personas murieron en el ataque, lo que reavivó las acusaciones de Caracas de una “escalada bélica planificada”.
Este nuevo conflicto con Estados Unidos como protagonista, no se limita a una intervención militar en aguas internacionales, sino que ha complicado las relaciones diplomáticas con Venezuela, aún más. El país suramericano asegura que EE.UU. Intenta reeditar un “cambio de régimen” similar al que, en palabras de Maduro, ocurrió en países como Libia y Siria. Para Caracas, detrás de la ofensiva hay un interés estratégico por los recursos petroleros, gasíferos y minerales venezolanos. En cambio, Washington, defiende que sus operaciones buscan frenar el narcotráfico y cortar las rutas del Tren de Aragua y otras organizaciones criminales; una justificación que ha ido acompañada de un ofrecimiento de recompensa por la detención del mandatario venezolano.
De esta manera, el efecto inmediato ha sido una creciente incertidumbre regional. Países como Colombia, Brasil y las islas del Caribe se encuentran en estado de alerta, temerosos de que una confrontación directa tenga repercusiones en sus propias fronteras. Analistas internacionales advierten que un incidente mal gestionado podría derivar en una guerra en el Caribe, un escenario inédito y de consecuencias imprevisibles para la seguridad continental.
A esta crisis se suma que ni Washington ni Caracas muestran disposición a ceder en el discurso, y cada nuevo ataque incrementa el riesgo de una escalada irreversible. Desde el 2 de septiembre, cuando Estados Unidos lanzó el primer ataque contra una presunta narcolancha venezolana, se han registrado tres embarcaciones destruidas y al menos 14 personas fallecidas, según las cifras divulgadas por Washington y Caracas. Estos incidentes han sido el detonante de la crisis actual, que coloca a Suramérica bajo la lupa de la comunidad internacional, en un momento de tensión global con guerras o conflictos armados activos en Oriente Medio, África, Asia y Europa.
16/09/2025