El cine vuelve a ocupar el centro del desierto. Marrakech, esa ciudad donde el polvo del Atlas se mezcla con el resplandor del celuloide, se prepara para recibir la vigésimo segunda edición de su festival internacional (del 28 de noviembre al 6 de diciembre). Ocho días en los que 82 películas de 31 países transformarán el eje histórico de la Medina en una geografía simbólica del séptimo arte global.
Un mapa del mundo proyectado en pantalla
La programación de este año confirma al Festival Internacional de Cine de Marrakech (FIFM) como un espacio donde convergen tradición e innovación. Los organizadores no han escatimado ambición: desde la Competición Oficial, presidida por el coreano Bong Joon-ho, hasta las secciones Horizontes, 11º Continente, Panorama del cine marroquí y Sesiones Gala, el mosaico fílmico refleja la efervescencia estética y política de la creación contemporánea.
Ocho estrenos mundiales e internacionales, catorce cintas candidatas a representar a sus países en los próximos Óscar y varios proyectos nacidos en los Ateliers de l’Atlas —la incubadora del festival— componen un menú cargado de futuro. Hay primeras películas, riesgos formales y una clara orientación hacia directores que entienden el cine como una herramienta crítica: jóvenes autores que diseccionan las fracturas del presente con audacia narrativa y libertad visual.
Un jurado entre el cine y la historia
Bong Joon-ho, el arquitecto de Parásitos, presidirá un jurado internacional que promete lecturas incisivas. La competición reúne 14 primeros y segundos largometrajes que abordan temas tan urgentes como la desigualdad, la memoria colonial, la religión y el exilio. Desde el thriller psicológico Detrás de las palmeras de Meryem Benm’Barek —un estudio sobre la herencia del dominio social— hasta First Light del australiano James J. Robinson, donde una monja filipina se enfrenta a la corrupción y a su propia fe, el festival apuesta por una mirada sin concesiones al alma contemporánea.
Entre las historias más comentadas figuran Before the Bright Day del taiwanés Shih-Han Tsao, My Father’s Shadow del nigeriano Akinola Davies Jr. y Laundry de Zamo Mkhwanazi, tres relatos que entrelazan política y memoria. También destacan las poderosas protagonistas femeninas de Promis le Ciel de Erige Sehiri, Broken Voices de Ondřej Provazník y Aisha Can’t Fly Away del egipcio Morad Mostafa —un trío de retratos sobre resistencia y emancipación.
Documental, sátira y poesía visual
El pulso documental se siente en Memory de Vladlena Sandu y My Father and Qaddafi de Jihane K, donde las heridas familiares se convierten en archivo político. En otro tono, Straight Circle del británico Oscar Hudson despliega humor e ingenio visual para hablar del sinsentido de la guerra, mientras Forastera de Lucía Aleñar Iglesias ofrece un gesto lírico sobre el duelo y la identidad.
Las galas del glamour consciente
Las Sesiones Gala presentarán algunos de los títulos más esperados del año. La apertura estará a cargo de Gus Van Sant con Dead Man’s Wire, sátira tan oscura como divertidamente lúcida sobre los medios y el capitalismo. La marroquí Maryam Touzani competirá en elegancia con Rue Málaga, historia de una mujer de la comunidad española de Tánger interpretada por la legendaria Carmen Maura.
Entre los homenajes, el festival celebrará a dos titanes: Guillermo del Toro, que presentará su muy esperada versión gótica de Frankenstein, y Jodie Foster, protagonista y mentora de nuevas generaciones, que dará a conocer Vie Privée, una comedia policial firmada por Rebecca Zlotowski.
El programa también contempla estrenos de gran alcance regional, como El Sett de Marwan Hamed (biopic de Oum Kalthoum con Mona Zaki) y Sophia de Dhafer L’Abidine, ambas superproducciones árabes llamadas a recorrer el circuito internacional. Chloé Zhao regresará con Hamnet, un retrato de la pérdida convertido en mito, mientras el indio Neeraj Ghaywan propondrá Homebound, oda a la amistad y a los sueños truncos. El cierre, Palestine 36 de Annemarie Jacir, promete ser un final lleno de emoción y memoria histórica.
Los nuevos horizontes
La sección Horizontes reunirá 19 películas que expanden el mapa del cine contemporáneo. Entre los nombres consagrados: Park Chan-wook, Claire Denis, Richard Linklater, Kelly Reichardt y Jafar Panahi. Junto a ellos, jóvenes autores emergentes como Simón Mesa Soto, Teona Strugar Mitevska o Mélisa Godet. El bloque árabe cobra fuerza con producciones laureadas en Sundance, Cannes y Venecia, demostrando que el cine de la región vive una edad dorada entre convulsiones políticas y renovación estética.
Incluso el espíritu literario se cuela aquí: Raoul Peck abordará la figura de Orwell en un documental titulado 2+2=5, un guiño inevitable al poder distorsionador de la palabra.
Laboratorios, rescates y talento local
El 11º Continente, híbrido entre laboratorio de ideas y tribuna para el cine sin fronteras, convoca a autores como Lucrecia Martel, Oliver Laxe o Hlynur Pálmason, junto con nuevas voces que experimentan con la forma documental y la ficción. Entre las joyas rescatadas, destaca la restauración de Mirage de Ahmed Bouanani (1980), considerada una pieza crucial del patrimonio marroquí.
El Panorama del cine marroquí presentará siete producciones recientes, incluidas Cinq Regards de Karim Debbagh y Porte Bagage de Abdelkarim El-Fassi, ambas estrenos mundiales. En total, quince títulos nacionales se integran en distintas secciones, confirmando la madurez del nuevo cine marroquí y su creciente internacionalización.
Entre generaciones y homenajes
El festival no olvida su vocación pedagógica: el programa Joven Público & Familia ofrecerá trece sesiones para espectadores de 4 a 18 años, apostando por que la magia del cine empiece temprano. Además, Marrakech rendirá tributo a Jodie Foster, Guillermo del Toro, la actriz marroquí Raouya y el actor egipcio Hussein Fahmi, con retrospectivas en diversos espacios de la ciudad, incluido el simbólico Museo Yves Saint Laurent.
Luces del Atlas
Más allá de los títulos y los premios, el Festival Internacional de Cine de Marrakech se ha convertido en un espejo de la sensibilidad del mundo. En cada proyección vibra una pregunta sobre la humanidad y su porvenir; en cada encuentro, un recordatorio de que el cine —ese lenguaje de luz y sombra— sigue siendo el lugar donde las culturas dialogan sin traductores.
Y quizá esa sea la gran lección de Marrakech 2025: que el verdadero viaje no ocurre en los aeropuertos ni en las alfombras rojas, sino en las imágenes que, por unas horas, nos devuelven la posibilidad de comprendernos mejor.
Mohamed BAHIA
10/11/2025









