Estados Unidos enfrenta una nueva sacudida en su ya tensa red de transporte aéreo, esta vez el Departamento de Transporte confirmó que, si continúa el cierre del gobierno, desde este viernes se aplicará una reducción progresiva de vuelos en 40 de los aeropuertos más concurridos del país.
El secretario de Transporte estadounidense, Sean Duffy, advirtió que la capacidad aérea nacional caerá un 10% la próxima semana, una medida inédita que refleja la gravedad del bloqueo presupuestario en Washington. La decisión busca evitar riesgos en la seguridad del sistema, cada vez más presionado por la falta de personal y el impago a trabajadores esenciales.
El administrador de la Administración Federal de Aviación (FAA), Bryan Bedford, explicó que los controladores de tráfico aéreo llevan un mes sin recibir salarios y que muchos ya presentan síntomas de fatiga y estrés, un escenario que la agencia considera incompatible con la operación segura del espacio aéreo. “Es una situación inusual, tan inusual como el hecho de que nuestros controladores no hayan sido pagados”, afirmó Bedford. Las reducciones comenzarán con un recorte del 4% en los vuelos domésticos el viernes, subirán al 5% el sábado y al 6% el domingo, hasta alcanzar el 10 % la próxima semana, según adelantó el funcionario en declaraciones a Reuters.
La falta de fondos federales, que dejó a 1,4 millones de empleados sin paga o en licencia obligatoria, ha convertido este cierre en el más prolongado de la historia estadounidense. Los controladores aéreos, al igual que el personal de seguridad aeroportuaria, son considerados esenciales y deben trabajar, pero la ausencia de ingresos ha provocado que muchos tomen empleos adicionales o incluso llamen para reportarse enfermos en señal de protesta. Sindicatos del sector han denunciado un creciente deterioro emocional y económico entre los trabajadores. “No tengo dinero para poner gasolina y llegar a mi turno”, relató un controlador, según el sindicato que agrupa a más de 20.000 empleados.
La presión sobre los aeropuertos se ha hecho sentir desde el primer día del cierre. Varias terminales han sufrido retrasos significativos, otras han tenido que suspender temporalmente despegues y algunas dependen de equipos trasladados desde otras ciudades para cubrir turnos críticos. Duffy reconoció que más de la mitad de los 30 aeropuertos más importantes del país presentan déficit de personal, una situación que considera insostenible. También alertó sobre los riesgos de que los controladores busquen trabajos paralelos para subsistir, lo que puede comprometer la concentración necesaria para operar un sistema tan sensible.
Ante esta situación, las aerolíneas estadounidenses han comenzado a prepararse para un escenario de recortes masivos. American Airlines, la segunda mayor del país, dijo que espera más información de la FAA para identificar los vuelos afectados, aunque anticipó que “la mayoría” de los pasajeros no se verá perjudicada. Southwest Airlines señaló que aún evalúa el impacto en sus rutas y prometió comunicar cambios tan pronto como sea posible. Delta prefirió no comentar, mientras otras compañías han instado al Congreso a resolver de inmediato el estancamiento presupuestario para restaurar plenamente la capacidad del espacio aéreo.
Aun así, las autoridades aseguran que volar sigue siendo seguro. Bedford y Duffy insistieron en que los recortes buscan precisamente preservar la integridad del sistema. Pero si el cierre se mantiene y aumenta la presión sobre el personal, la FAA no descarta aplicar medidas adicionales, incluso más restrictivas. En un país donde el transporte aéreo es vital para la economía y la movilidad interna, la situación deja ver hasta qué punto la parálisis institucional puede poner en jaque sectores esenciales entre tanto la resolución depende únicamente del Congreso estadounidense.
06/11/2025









