En los salones vibrantes del 5º Africa Financial Summit (AFIS), celebrado en Casablanca, una nueva narrativa se abre paso en el corazón económico del continente africano: los corredores comerciales del futuro ya no son simples rutas de transporte o intercambio de mercancías, sino arterias vivas que deberán transportar también energía y conectividad digital si África quiere impulsar una prosperidad sostenible.
Durante un debate de alto nivel, expertos en financiación de infraestructuras coincidieron en que el concepto clásico de “corredor” debe reinventarse para responder a los grandes retos del siglo XXI: el acceso a la energía limpia, la digitalización de las economías, la integración regional y la inclusión social.
“Las autopistas del mañana deberán tanto iluminar como conectar”, resumió gráficamente Obaid Amrane, director general del fondo soberano marroquí Ithmar Capital. En su intervención, subrayó que el futuro del crecimiento y la estabilidad del continente dependerá de lograr un acceso asequible tanto a la energía como a la tecnología digital, elementos sin los cuales el potencial demográfico africano corre el riesgo de convertirse en un desafío más que en una oportunidad.
Amrane insistió en la necesidad de diseñar mecanismos financieros innovadores, en los que cada actor —público o privado— asuma los riesgos que mejor puede gestionar. Según el ejecutivo, el mosaico jurídico africano, con marcos legales diversos y a menudo fragmentados, puede armonizarse mediante la acción concertada de instituciones como el Banco Africano de Desarrollo (BAD). Pero advirtió: sin una participación decidida del sector privado, los números simplemente no cuadran.
Su llamado fue claro: África debe defender sus propios proyectos y presentarlos como oportunidades reales ante los grandes financiadores internacionales, con un enfoque militante y continental.
Un mensaje similar llegó desde Sérgio Pimenta, director del Africa50 Infrastructure Acceleration Fund, quien invitó a mirar hacia dentro del continente: “El desarrollo de África debe financiarse con capital africano”. Para Pimenta, depender exclusivamente del endeudamiento externo solo perpetúa la vulnerabilidad financiera. Africa50 —que invierte entre 30 y 40 millones de dólares en cada proyecto— se presenta como un fondo de desarrollo con una diferencia crucial: moviliza recursos mayoritariamente africanos para destinarlos a infraestructuras africanas.
Desde el Banco Africano de Desarrollo, Solomon Quaynor recordó que la conectividad regional está en el ADN de la institución desde su creación. Explicó que, a través del Fondo Africano de Desarrollo, la BAD financia proyectos transfronterizos y fomenta la cooperación regional, fundamentales para convertir los límites geográficos en puntos de encuentro.
El encuentro, organizado por Jeune Afrique Media Group en colaboración con la International Finance Corporation y con el respaldo de instituciones financieras africanas y marroquíes, congregó a 1.250 líderes del ecosistema financiero. Banca, seguros, fintech, inversión y políticas públicas se cruzaron en un debate común sobre el rumbo económico de África.
El AFIS se estructuró en torno a seis ejes de reflexión: la estabilidad económica global, la evolución de la banca comercial, los mercados de capitales, la finanza sostenible, la expansión aseguradora y la revolución digital. Un menú ambicioso, pero coherente: África no solo quiere crecer; quiere hacerlo de manera inteligente, conectada y bajo sus propias reglas.
En Casablanca, quedó claro que la próxima generación de corredores africanos no solo conectará puertos con fronteras, sino ideas con futuro. Porque la sostenibilidad, más que un proyecto técnico, se está convirtiendo en el gran proyecto político y moral del continente.
05/11/2025









