La adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 2797 sobre el Sáhara refleja un cambio cualitativo en el enfoque internacional de este prolongado conflicto, y al mismo tiempo confirma la eficacia de la diplomacia de Marruecos, que se ha convertido en un actor clave en la configuración de los equilibrios regionales e internacionales. La resolución no surgió de una circunstancia pasajera, sino que es fruto de un largo proceso diplomático liderado por el Reino con una visión estratégica que integra dimensiones políticas, económicas y humanitarias.
En una declaración al diario Marruecom, el profesor Mohammed Attif, especialista en relaciones internacionales en la Universidad Chouaib Doukkali de El Jadida, sostiene que el reciente discurso del monarca “representa la cima de la madurez de la diplomacia del Rey Mohammed VI en la gestión del asunto del Sáhara marroquí”, gracias a su solidez política y a una visión integral de desarrollo y enfoque humanitario. Attif subraya que esta diplomacia se apoya en la legitimidad internacional y en el realismo político, combinando las resoluciones del Consejo de Seguridad que llaman a una solución pacífica del conflicto con el respeto a las aspiraciones de los habitantes del Sáhara en el marco de la soberanía nacional de Marruecos.
Paralelamente, el investigador añade que la diplomacia marroquí ha pasado de una fase defensiva a una de iniciativa y liderazgo, impulsando la actualización y el detalle de la iniciativa de autonomía, de modo que sea más clara y ajustada al contexto internacional actual. Gracias a este enfoque, Marruecos ya no espera pasivamente las decisiones internacionales, sino que contribuye activamente a su formulación, mediante un enfoque proactivo basado en la acción sobre el terreno y en alianzas estratégicas con potencias globales y socios tradicionales y emergentes por igual.
Asimismo, el internacionalista señala que la multiplicidad de apoyos internacionales a la cuestión del Sáhara refleja el éxito de la diplomacia del soberano en construir una red de relaciones multinivel que incluye a Estados Unidos, Francia, Reino Unido, así como a países árabes, africanos y de América Latina. Esta diversificación, afirma, “demuestra que Marruecos ya no depende de un apoyo tradicional limitado, sino que se ha convertido en un actor regional responsable, con legitimidad política y diplomática sólida”.
Por otro lado, Attif considera que el discurso del monarca transmitió un mensaje humanitario claro dirigido a los habitantes de los campamentos de Tinduf en Argelia, reafirmando que Marruecos no adopta un enfoque excluyente, sino que se basa en el principio de “sin vencedores ni vencidos” y en el espíritu de reconciliación y unidad nacional. La iniciativa de autonomía, según su análisis, no es solo una solución política, sino un mecanismo democrático para reintegrar a la población y permitirle gestionar sus asuntos locales dentro del marco de la soberanía nacional de Marruecos.
En cuanto a la posición de Argelia, el académico afirma que la adopción de la propuesta marroquí por el Consejo de Seguridad “coloca a Argelia frente a una opción difícil”, dado que es el principal patrocinador del Frente del Polisario tanto a nivel político, como a nivel económico y militar. En este sentido, Attif subraya que aunque la política tradicional de Argelia podría mantenerse, las presiones globales y las dinámicas regionales en constante evolución podrían llevar al país a revisar sus prioridades en materia de política exterior, especialmente si desea evitar un aislamiento diplomático creciente.
En este marco, cobra importancia la visión de futuro que adopta el Rey Mohammed VI, a fovor de un diálogo sincero y relaciones fraternales con Argelia, reflejando la intención de Marruecos de pasar del conflicto a una cooperación regional sostenible.
Attif concluye que la diplomacia del soberano ha logrado pasar de la gestión del conflicto a la gestión de la solución, situando a Marruecos como un actor proactivo y no reactivo, gracias a un enfoque que combina racionalidad estratégica y participación activa en la dinámica internacional sin comprometer los principios nacionales.
De este modo, Rabat ha conseguido logros diplomáticos tangibles incluso en medio de grandes transformaciones globales, desde la guerra en Ucrania hasta la competencia entre Estados Unidos y China, haciendo de la resolución 2797 un hito crucial que confirma que Marruecos actúa hoy con confianza como socio internacional influyente y actor regional con visión de largo plazo.
Abdelhalim ELAMRAOUI
02/11/2025









