La reciente negociación de un alto al fuego entre Rusia y Ucrania, mediada por Estados Unidos, ha dejado al descubierto que la participación estadounidense no responde únicamente a motivos humanitarios o de estabilidad global, sino que está fuertemente influenciada por intereses económicos estratégicos. La administración de Donald Trump ha utilizado su posición como mediador para avanzar en agendas comerciales y de control de recursos, lo que ha generado tensiones y cuestionamientos sobre la verdadera naturaleza de su intervención.
Desbloqueo comercial
Uno de los aspectos más destacados de la mediación estadounidense ha sido su acercamiento a Rusia, que ha permitido el desbloqueo comercial y el regreso de varias empresas estadounidenses al mercado ruso. Compañías de bebidas y productos alimenticios han retomado sus operaciones en el país, lo que representa una victoria económica para Estados Unidos en un contexto de sanciones y tensiones previas. Este movimiento sugiere que la administración Trump prioriza los intereses comerciales de sus empresas, incluso en medio de un conflicto bélico que ha dejado miles de víctimas y desplazados.
Sin embargo, este acercamiento no ha estado exento de críticas. Algunos analistas argumentan que la normalización de relaciones con Rusia, sin abordar de manera contundente sus acciones en Ucrania, podría interpretarse como una legitimación tácita de la agresión rusa. Además, la posibilidad de que más empresas estadounidenses regresen a Rusia en el futuro, como lo ha augurado Kiril Dmítriev, jefe del fondo soberano ruso, plantea dudas sobre la coherencia de la política exterior de Estados Unidos en relación con los valores democráticos y los derechos humanos.
Las exigencias a Ucrania
Mientras que el acercamiento con Rusia ha sido relativamente pragmático, las exigencias de Estados Unidos a Ucrania han sido más directas y controvertidas. La administración Trump ha argumentado que, dado el apoyo militar y económico proporcionado a Ucrania durante la guerra, este país debe compensar a Estados Unidos de alguna manera. En este contexto, se han planteado dos demandas clave: el acceso al 50% de las tierras raras de Ucrania para su explotación minera y el control de sus centrales eléctricas.
La solicitud de control sobre las centrales eléctricas, en particular, ha generado un intenso debate. Durante una llamada telefónica con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Trump propuso que Estados Unidos tomara posesión de estas instalaciones, argumentando que sería la «mejor protección y apoyo posibles». Aunque Zelenski ha negado que se haya discutido la cesión de propiedad, ha dejado abierta la posibilidad de que Estados Unidos invierta o modernice la central de Zaporiyia, actualmente bajo ocupación rusa.
Esta propuesta ha sido interpretada por algunos como un intento de Estados Unidos de asegurar el control sobre infraestructuras estratégicas en Ucrania, lo que podría otorgarle una influencia significativa en la economía y la política del país. Esto sumado a la exigencia de acceso a las tierras raras, recursos críticos para la industria tecnológica y militar, refuerza la idea de que Estados Unidos busca beneficiarse económicamente de su mediación en el conflicto.
La estrategia de Putin
Por su parte, Rusia ha aprovechado las negociaciones para avanzar en sus propios intereses. Vladimir Putin ha establecido como condición clave para resolver el conflicto el cese completo del apoyo militar y de inteligencia exterior a Ucrania. Esta demanda, según analistas, dejaría a Ucrania en una posición de vulnerabilidad permanente frente a la superioridad militar rusa, consolidando la influencia del Kremlin en la región.
Igualmente, Rusia ha buscado ampliar su cooperación con Estados Unidos en otros ámbitos, como la exploración espacial. Kiril Dmítriev, negociador ruso para la normalización económica con Estados Unidos, ha anunciado que Moscú planea abordar pronto con Elon Musk, fundador de SpaceX, una posible misión conjunta a Marte. Esta iniciativa, que conmemoraría los 50 años de la primera misión espacial soviético-estadounidense, refleja el deseo de Rusia de proyectar una imagen de cooperación internacional, incluso en medio de tensiones geopolíticas.
Un ganar -ganar
Es así, como la mediación de Estados Unidos en el conflicto entre Rusia y Ucrania ha dejado en evidencia que, más allá de los discursos diplomáticos, existen intereses económicos y estratégicos que influyen en su actuación. Mientras que el acercamiento a Rusia ha permitido el desbloqueo comercial, las exigencias a Ucrania han sido percibidas como una forma de explotar su vulnerabilidad para obtener beneficios económicos y control sobre recursos estratégicos.
Por otro lado, Rusia ha utilizado las negociaciones para consolidar su posición en el conflicto y explorar nuevas formas de cooperación con Estados Unidos, como en el ámbito espacial. Sin embargo, la condición de Putin de cesar el apoyo militar a Ucrania plantea serias dudas sobre la viabilidad de una solución justa y duradera al conflicto.
Entre tanto, el presidente ucraniano, anunció que funcionarios de Ucrania y Estados Unidos se reunirán el próximo lunes en Arabia Saudí para conversaciones de paz, coincidiendo con las negociaciones entre Rusia y EE.UU. en el mismo lugar. Zelenski criticó las demandas de Vladimir Putin, como el cese del apoyo militar a Ucrania, afirmando que solo prolongan la guerra, y advirtió que descartar la membresía de Ucrania en la OTAN sería un «gran regalo para Rusia».
En este contexto, la mediación estadounidense parece estar más orientada a la instrumentalización del conflicto para obtener beneficios propios que a la búsqueda de una paz equitativa y sostenible. Mientras tanto, Ucrania, atrapada entre las demandas de ambas potencias, enfrenta el desafío de preservar su soberanía y recursos en un escenario geopolítico cada vez más complejo.
21/03/2025
María Angélica Carvajal