La carrera por el Balón de Oro 2025 no se decide únicamente en el terreno de juego: el componente mediático ha cobrado un peso determinante, y Achraf Hakimi parece ser uno de los principales afectados. Tras una temporada sobresaliente, el lateral marroquí del Paris Saint-Germain se perfilaba como uno de los favoritos para el codiciado galardón. Sin embargo, en las últimas semanas su nombre ha sido objeto de una cobertura mediática francesa que reaviva un caso de presunta violación, cerrado judicialmente en 2023, generando interrogantes sobre la existencia de una estrategia deliberada para favorecer a otro candidato, el francés Ousmane Dembélé.
El caso al que se hace referencia data de 2023. Hakimi fue acusado de violación, pero la justicia francesa levantó todas las acusaciones por falta de pruebas, permitiéndole continuar su carrera deportiva sin impedimentos. A pesar de ello, la prensa francesa ha retomado la historia justo cuando el jugador destaca por su rendimiento en la temporada, en un momento crítico de la votación para el Balón de Oro.
Un ejemplo de ello apareció en Le Monde el 18 de septiembre, citando un réquisito del fiscal Hervé Lollic del 1 de agosto que afirmaba la existencia de “cargos suficientes” contra Hakimi. El momento de esta publicación ha despertado suspicacias: ¿por qué reabrir un caso cerrado justo cuando el futbolista recibe reconocimiento por sus logros deportivos? El efecto es evidente: dañar la imagen del jugador e influir en un jurado internacional sensible a cuestiones de reputación y ejemplaridad.
Mientras tanto, Dembélé, compañero de equipo de Hakimi, ha recibido una cobertura mediática altamente favorable, destacando su creatividad, su aporte ofensivo y su rol en los títulos recientes del PSG. La comparación es clara: por un lado, un relato positivo y casi heroico que enaltece al candidato francés; por otro, una narrativa que subraya elementos extradeportivos, irrelevantes para el debate actual. Esta dualidad refleja la potencia de la maquinaria mediática francesa, operando en la sombra.
La estrategia no pasó desapercibida fuera de Francia. El periodista australiano Neal Gardner denunció la existencia de un correo que revelaría una operación discreta y remunerada de relaciones públicas destinada a fortalecer la imagen de Dembélé, aumentar su visibilidad mediática y orientar sutilmente la opinión de los votantes.
De confirmarse estas revelaciones, la neutralidad del Balón de Oro, concebido como reconocimiento a la excelencia deportiva, estaría seriamente comprometida. La situación vuelve a poner sobre la mesa críticas recurrentes hacia el premio, percibido con frecuencia como más influenciado por campañas mediáticas que por el rendimiento real en el campo.
El contraste es notable: por un lado, un sofisticado lobby mediático; por otro, un jugador cuya reputación se basa en méritos y consistencia. Para muchos aficionados africanos y observadores del fútbol, premiar a Hakimi sería no solo un reconocimiento a su desempeño, sino también un mensaje en contra de la politización del premio.
La denuncia de Gardner plantea una pregunta clave: ¿hasta qué punto puede influir el lobby mediático en un galardón que debería reflejar únicamente la excelencia deportiva? El caso Hakimi demuestra que, más allá de goles, asistencias o títulos, la narrativa construida alrededor del jugador puede inclinar la balanza.
En conclusión, la disputa por el Balón de Oro 2025 no se limita a la competencia en el césped. Hakimi enfrenta una doble adversidad: rivales deportivos y una campaña mediática que instrumentaliza su pasado judicial, aunque nunca confirmado, para restar valor a sus logros. La verdadera pregunta ya no es solo quién merece el premio, sino si el galardón sigue siendo un reconocimiento genuino al talento o se ha convertido en un instrumento de influencia mediática.
21/09/2025