A partir del lunes 22 de septiembre, Nueva York se convierte en el epicentro de la diplomacia internacional. Líderes de 193 Estados miembros de la ONU, junto con delegaciones de observadores, se reunirán en la sede de la organización para inaugurar la 80.ª sesión de la Asamblea General (UNGA80). Este encuentro no solo celebra ocho décadas de existencia de la ONU, sino que expone, una vez más, las tensiones y las limitaciones de la cooperación multilateral en un mundo marcado por crisis acumuladas.
Si bien la agenda formal abarca desde la igualdad de género hasta la gobernanza de la inteligencia artificial, los temas subyacentes —conflictos persistentes, desigualdad estructural y urgencias climáticas— revelan un patrón preocupante: la ONU sigue siendo un foro donde la retórica supera, en ocasiones, a la acción efectiva.
Los discursos: ritual diplomático con impacto limitado
El Debate General, que comienza el 23 de septiembre, sirve como escaparate para que los líderes expongan sus prioridades ante la comunidad internacional. Sin embargo, más allá de la solemnidad y la teatralidad de la Sala de la Asamblea, la pregunta crítica es si estas declaraciones se traducen en políticas concretas o en compromisos vinculantes.
La limitación formal de 15 minutos por intervención rara vez se respeta, lo que refleja la tensión entre la necesidad de eficiencia y el deseo de protagonismo de los líderes. La tradición de que Brasil inaugure los discursos, seguido de Estados Unidos, simboliza continuidad, pero también evidencia un orden diplomático que permanece arraigado en estructuras históricas, incluso frente a desafíos contemporáneos que requieren rapidez y coordinación.
Solución de dos Estados: un modelo de resolución en crisis
La propuesta de dos Estados para resolver el conflicto israelí-palestino se encuentra hoy más distante que nunca. Con casi 70.000 muertos en Gaza desde octubre de 2023 y rehenes aún en manos de Hamás, la comunidad internacional enfrenta un dilema: la presión por soluciones políticas se enfrenta a un estancamiento prolongado en el terreno.
La reunión del 22 de septiembre busca retomar un diálogo que en julio de 2025 no contó con la participación de Israel ni de Estados Unidos. Este vacío evidencia una paradoja: la ONU puede convocar y coordinar debates, pero carece de mecanismos coercitivos para garantizar la participación o la implementación de acuerdos, lo que cuestiona la eficacia del multilateralismo en conflictos prolongados.
Beijing+30 y la brecha entre discurso y realidad
Treinta años después de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, los progresos hacia la igualdad de género siguen siendo desiguales. ONU Mujeres alerta sobre una “reacción creciente contra los derechos de las mujeres”, un recordatorio de que los avances legales y normativos no siempre se traducen en transformaciones sociales efectivas.
El Programa de Acción Beijing+30 propone objetivos ambiciosos: empoderamiento digital, erradicación de la pobreza, justicia climática y participación plena en la toma de decisiones. Sin embargo, la implementación depende en gran medida de la voluntad política de los Estados y de la disponibilidad de recursos, lo que plantea un riesgo de brecha entre compromiso y acción real.
Clima: la urgencia sin cumplimiento garantizado
La cumbre climática del 24 de septiembre tiene un objetivo claro: evaluar el progreso frente a la crisis climática y revisar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN). Sin embargo, el historial muestra un patrón recurrente: compromisos declarativos de alto nivel con escasa aplicación efectiva en el terreno.
La presencia de actores no estatales —empresas y sociedad civil— añade dinamismo, pero también complejidad. La coordinación entre múltiples niveles de gobierno y la necesidad de financiamiento confiable siguen siendo desafíos críticos que amenazan la efectividad de cualquier plan presentado.
Inteligencia artificial: gobernanza global en construcción
La IA emerge como un desafío transversal con implicaciones económicas, sociales y éticas. Sin un marco regulatorio global, su expansión puede profundizar desigualdades, consolidar brechas digitales y vulnerar derechos humanos, especialmente en países con menor capacidad tecnológica.
El encuentro del 25 de septiembre busca establecer principios de gobernanza inclusiva y responsable. Sin embargo, la experiencia sugiere que, en ausencia de mecanismos de cumplimiento, estos marcos pueden limitarse a guías aspiracionales, dejando a la comunidad internacional expuesta a riesgos sistémicos derivados del desarrollo tecnológico acelerado.
Entre esperanza y limitaciones
La Semana de Alto Nivel de la ONU representa un momento de visibilidad y coordinación internacional. Sin embargo, la diplomacia multilateral enfrenta tensiones estructurales: la distancia entre discurso y acción, la falta de mecanismos coercitivos efectivos y la dependencia de la buena voluntad de los Estados miembros.
A medida que se abordan conflictos prolongados, crisis climáticas y desafíos tecnológicos, la pregunta central persiste: ¿podrá la ONU traducir su capacidad de convocatoria en resultados tangibles que respondan a las urgencias de la humanidad, o seguirá siendo un foro de aspiraciones declarativas en un mundo cada vez más fragmentado?
21/09/2025