Las delegaciones de Estados Unidos y China negocian en Madrid un delicado equilibrio que podría definir el futuro del comercio y la tecnología global. Aranceles sobre productos estratégicos, restricciones a exportaciones de semiconductores y el futuro de TikTok centran una disputa con factores económicos pero que se trata sobre todo de un nuevo balance de poder, influencia y seguridad tecnológica en un mundo interconectado.
Las conversaciones en el Palacio de Santa Cruz buscan evitar un enfrentamiento entre las dos mayores potencias del mundo. Encabezadas por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, el diálogo se ha centrado en aranceles, controles de exportación y el futuro de TikTok, un símbolo de la tensión tecnológica entre ambos países. Como sede de la negociación, España ejecuta un papel de puente diplomático, facilitando el encuentro y mostrando su interés en la estabilidad del comercio global.
El trasfondo de estas negociaciones es complejo. Mientras Trump ha presionado a aliados para imponer tarifas a China por su compra de petróleo ruso y ha amenazado con sanciones adicionales, Pekín ha respondido con investigaciones sobre semiconductores estadounidenses, incluyendo al gigante Nvidia. Estas disputas reflejan la pugna por la supremacía tecnológica y los recursos estratégicos, donde ambos países poseen poder de negociación significativo. China controla minerales críticos y capacidades industriales, entre tanto, EE.UU. ofrece un mercado difícil de reemplazar.
Uno de los logros inmediatos de la reunión este lunes en Madrid fue el acuerdo temporal para paralizar el cierre de TikTok en Estados Unidos, lo que supone un alivio político y económico para la popular aplicación y sus usuarios. Trump anunció en su red social que la negociación había sido “muy buena” y que se alcanzó un acuerdo sobre la empresa que los jóvenes estadounidenses deseaban preservar, mientras que se prevé un diálogo telefónico entre Trump y Xi Jinping para consolidar estos avances y explorar un posible encuentro en el Foro APEC de octubre en Corea del Sur.
Bajo este marco, las expectativas económicas de estas conversaciones incluyen la posibilidad de extender la tregua arancelaria, que actualmente aplica un 30% sobre los bienes chinos y un 10% sobre los estadounidenses, así como negociar límites sobre exportaciones de semiconductores y otras tecnologías sensibles. Si bien, la tregua ha permitido mitigar el impacto de los gravámenes más altos, el intercambio comercial entre ambas potencias se redujo un 11% en agosto, evidenciando que la guerra comercial sigue generando efectos sobre los flujos globales.
Analistas internacionales advierten que los resultados de Madrid tendrán repercusiones más allá de la bilateralidad. Un acuerdo estable podría disminuir la incertidumbre en los mercados, garantizar cadenas de suministro críticas y permitir la cooperación tecnológica en sectores como inteligencia artificial, semiconductores y energías renovables. Sin embargo, la continuidad de las investigaciones antidumping de China y las amenazas de nuevas medidas por parte de EE.UU. muestran que los desacuerdos estructurales aún persisten y podrían reactivarse en cualquier momento.
Esta reunión entre China y EE.UU. evidencia la importancia de la diplomacia preventiva en un contexto global donde la confrontación tecnológica podría escalar con consecuencias económicas y geopolíticas graves no solo para los países implicados directamente sino para el mundo entero. A la vez que España busca su reconocimiento como punto estratégico de mediación. Las negociaciones siguen en curso, y este encuentro evidencia que a pesar de la rivalidad y las diferencias de visión política y estratégica, tanto EE.UU. Como China reconocen la necesidad de acuerdos pragmáticos para garantizar la estabilidad mundial y preservar los intereses comerciales y tecnológicos de sus ciudadanos, y consumidores globales.
15/09/2025
María Angélica Carvajal